domingo, 6 de agosto de 2017

Turista accidental

Lo mejor del verano es que la ciudad se vacía y de pronto llegas a tiempo a cualquier sitio. El tráfico de despeja, los autobuses pasan puntuales y, si te atreves a coger el coche, incluso encuentras aparcamiento. Como tus vecinos se han ido, puedes relajarte un poco con la música, comprar tranquilamente en el supermercado y preparar una buena cena para los amigos, aunque sean imaginarios. Por las mañanas puedes además adoptar el modo turista, y vestido con camiseta y bermudas y calzado con unas chanclas, visitar como si fuera la primera vez el Centro José Guerrero y la Capilla Real, comer en la plaza de la Pescadería, tomarte un té en la cuesta de San Gregorio. Incluso subir al Albaicín, huyendo de los grupos de japoneses que hacen fotos a cualquier hora del día en lugares insospechados, a las cuatro y media de la madrugada en la Gran Vía, y a las cinco en los bosques de la Alhambra. Es lo que tiene creer que tienes la ciudad para ti solo. ¿Quién necesita la playa en este paraíso urbanita? Menos bañarte en el mar, puedes hacer cualquier cosa. Hasta la malafollá parece dormitar en las aceras, aunque siempre hay algún camarero dispuesto a desmentirlo, de esos que te perdonan la vida al ponerte una cerveza con alguna tapa grasienta. ¡Será por calor! Pero al menos te libras de los cuerpos orondos y sudorosos embadurnados de crema, orgullo español por la dieta mediterránea, y a los que afortunadamente en la urbe sólo ves en las películas de Torrente. Porque chicas en bikini sí que hay. Y tiene gracia. Será por la globalización, pero hay gente que se viste igual para salir a la calle que para ir a la playa. Aunque a la playa van antes, para lucir en la acera el moreno trabajado en la arena. Que sí, que sí, que el moreno también se trabaja. ¿Cómo soportar si no la radiación solar y el futuro cáncer de piel? Más nos vale un buen color efímero, con el que disfrutar de las noches de fiesta. Y así te encuentras a ellos y a ellas, como si fueran a darse un baño, comprando un helado en Puerta Real, que siempre ha sido un buen paseo, que no marítimo. Todo sea por las vacaciones, aunque algunos políticos quieran eliminarlas para cuadrar las cuentas públicas.  Entre Hawái, Cancún o Palma de Mallorca, hay quien prefiere quedar en la Fuente de las Batallas.

IDEAL (La Cerradura), 6/08/2017

No hay comentarios:

Publicar un comentario