domingo, 7 de febrero de 2016

¿En serio?

Mientras escuchamos a Pedro Sánchez o a Carles Puigdemont afirmar que van “en serio” -el uno para formar gobierno en España, y el otro para independizarse de ella-, la realidad de nuestras ciudades es la del barrio norte de Granada, donde los vecinos deben soportar las caídas de tensión en la red eléctrica por las plantaciones domésticas de los traficantes de marihuana o los cortes de luz de la propia compañía, que los achaca a los enganches ilegales, según informaba José Ramón Villalba en IDEAL esta semana. La noticia me recuerda a una comedia que vi hace poco, “El jardín de la alegría”, donde una viuda arruinada por un difunto marido corrupto decide plantar cannabis sativa en un invernadero para escapar de la pobreza. Y la cosa tendría su gracia si no fuera porque es lo que tienen que hacer para sobrevivir algunas familias en Almanjáyar, un barrio donde no se atreve a entrar la policía si no es para proteger a los trabajadores de Endesa que van a retirar los cables. De esa gente suelen decirse frases como: “Son unos chorizos”; “harían lo mismo si tuvieran dinero”; “no tienen educación”; o “no saben vivir de otra forma”. Es algo impresionante. Como que el Ayuntamiento de Granada, la Diputación y la Junta de Andalucía hablen de medidas económicas para luchar contra el paro cuando consienten que exista un gueto en Granada. Esa ciudad cultural, patrimonial y turística que promocionan conjuntamente en Fitur, donde podrían haber llevado una nueva campaña: “Almanjáyar, para que vivas una aventura marginal”. Incluso TG7 sería capaz de poner en marcha un programa del tipo Supervivientes, en el que podrían participar ilustres concursantes del PP granadino o valenciano, por eso de la afinidad cultural y política. Y si a ellos les sumas una Pantoja y otros personajes de la farándula con experiencia como investigados o directamente como internos en instituciones penitenciarias, el éxito está asegurado. Porque de ellos también se dice que “son unos chorizos”; “no saben vivir de otra forma”, etc.; como si fueran personas que viven marginadas en muchas ciudades de España. Pero menos mal que nuestros políticos van “en serio”. Ahora que la Diputación ha creado la figura del Defensor del Parado, podríamos aprovechar para modificar los estatutos de los defensores del pueblo que hay multiplicados en todos los niveles de la Administración pública para que nos protejan de las iniciativas de esos mismos políticos convencidos de que su profesión es un enganche legal al dinero. En serio se lo digo.

IDEAL (La Cerradura), 7/02/2016

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