domingo, 18 de diciembre de 2016

Casa Luna

Miguel Pasquau Liaño ha publicado una novela admirable, titulada “Casa Luna” (Ediciones Miguel Sánchez, 2016): inteligente, amena y bien estructurada, tiene muchas lecturas, pero quizá sea la literatura misma el tema central, desde por qué escribimos hasta las consecuencias del hecho de escribir, para nosotros mismos y para quienes nos rodean, llegando a los lectores. Pasquau Liaño retoma un tema clásico de la literatura: el del doble o Doppelgänger, en su vertiente más filosófica o metaliteraria, pues novela sobre las diferentes voces que hay tras el escritor: los personajes, el narrador, el autor, el hombre, llegando incluso hasta Dios. Pero incluye una variante novedosa, la indagación sobre la propia autoría, es decir, se pregunta sobre quién se esconde o quién puede esconderse bajo ese nombre por el que creemos reconocer a un autor. ¿Quién se esconde tras Marcos Fortuño? Esa es la pregunta que planea sobre “Casa Luna”. Aunque también podríamos preguntarnos quién se esconde tras Miguel Pasquau Liaño, o tras cualquier persona que realiza ese acto insensato de escribir, pues nunca sabemos cuáles pueden ser las consecuencias. Y uno tiene que saber que escribir tiene consecuencias, sobre todo para quien escribe, que empezará a ser suplantado por todos sus fantasmas o todos sus dobles y a la vez, como leemos en “Casa Luna”, a usurpar el alma de las personas que ha conocido para transformarlas en personajes. En esta novela se revela un escritor pleno no sólo desde el punto de vista de la pericia novelística, sino fundamentalmente en el examen de la realidad y en buscar las claves de lo que nos ocurre, que es lo que yo creo que hacen los buenos escritores al escribir. Es excepcional el análisis que hace el autor de la actualidad política o, mejor dicho, de lo que se esconde tras la actualidad política, pues otro de los misterios que se desvelan en esta novela es lo que ha ocurrido realmente en España en los últimos años, y ahí aparece el Miguel Pasquau Liaño que conocemos por su faceta periodística, con esos artículos de reflexión política que revelan a un verdadero intelectual. Pero, me quedo, sobre todo, con el análisis de la figura del escritor, que tiene un papel esencial en la novela, del que no hablaré, porque les contaría demasiado de la historia y de la intriga, que también la hay, aunque sea una intriga inteligente, donde no hay crímenes, aunque sí varias muertes. Miguel Pasquau Liaño ha puesto todo lo que llevaba dentro al escribir “Casa Luna”. No se la pierdan.

IDEAL (La Cerradura), 18/12/2016

domingo, 11 de diciembre de 2016

Constitucionales

El mayor filósofo de nuestros días ha resultado ser Cristiano Ronaldo, que resume así el espíritu del capitalismo –antes conocido como espíritu de las leyes-: “Quien no debe, no teme”. Todo para negar que haya eludido el pago a Hacienda de 150 millones de euros, un dinero gestionado desde el paraíso fiscal de las Islas Vírgenes, y que viajó primero a Irlanda y después a una cuenta bancaria suiza, práctica común, por otra parte, de la familia Pujol y de buena parte de la clase política y empresarial española. La cosa es tener la conciencia tranquila, que para eso se le paga al representante o al despacho de abogados de turno. En una semana en que se celebra el día de la Constitución –anda que no hemos llorado a moco tendido-, salta a la vista que el deber de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos del artículo 31 no es la mayor preocupación de los españoles, sobre todo de los que encabezan la lista Forbes, como Amancio Ortega, que en los últimos años ha dejado de pagar 218 millones de euros a la Hacienda española, dentro de los 585 que se ahorró con la europea. Y no es que haya cometido ningún delito, no, la ingeniería fiscal le permite tributar donde mejor le convenga, como de hecho hacen casi todas las grandes empresas, una práctica a la que la UE pretende poner freno, aunque siga los dictados del Bundesbank, al que hay quien llama Banco Central Europeo. Pero hablamos de un deber, a fin de cuentas, en un país donde no predicamos con el ejemplo, sino donde más bien se nos educa en el incumplimiento de la ley o, como poco, en su aplicación flexible en la actividad política y empresarial, y sólo hay que fijarse en el mercado de trabajo, inexistente para millones de españoles que no es que no puedan aspirar a una vivienda digna (artículo 47 CE), sino a la mera dignidad personal (artículo 10 CE). Por no existir, en España ni siquiera existe la separación de poderes, pues actualmente es el Poder Ejecutivo quien influye en el Poder Legislativo y en el Poder Judicial, como recuerda Francisco García-Fresneda Gea en el ensayo “Separación de poderes y reserva de ley tributaria” (Atelier, 2016). Y con él recuerdo el artículo 16 de la Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano, que inspiró las constituciones europeas: “Toda sociedad en la cual no esté establecida la garantía de los derechos, ni determinada la separación de los poderes, carece de Constitución”.

IDEAL (La Cerradura), 11/12/2016

domingo, 4 de diciembre de 2016

Emocionales

Nuestro nivel emocional debe estar rozando el colapso, a juzgar por cómo los medios de comunicación presentan sus noticias. Hace ya muchos años que Lipovetsky denunció los efectos del shock y la puesta en escena emocional de los contenidos informativos como una práctica opuesta al ejercicio ético del derecho a la información, pero hasta él se hubiera sorprendido esta semana al ver las ediciones digitales de los periódicos o los informativos de televisión. Porque buena parte de ellos abrían con la noticia del accidente del avión de la compañía boliviana LaMia que transportaba al equipo de fútbol brasileño Chapecoense, en el que perdieron la vida 71 personas, pero lo curioso es que todos ofrecían el vídeo de los últimos minutos de vida de los jugadores antes de la catástrofe. Y luego lo repetían una y otra vez a medida que completaban la información, como si no nos hubiéramos dado cuenta ya la primera de que se trataba de un recurso sensacionalista y lamentable. Como hubiera dicho Kapucinski, “el mundo de los negocios ha descubierto que la verdad no es importante, y que ni siquiera la lucha política es importante: que lo que cuenta, en la información, es el espectáculo”. Y tal vez no se esté hablando lo suficiente del papel de los medios de comunicación en la sociedad de hoy, del abandono generalizado de la información de calidad, desligada de la cultura, de la ausencia de espacios de reflexión y opinión no sensacionalista y de la confusión existente entre inmediatez y pobreza informativa. Pero cuando la información es un producto como cualquier otro se trata a los ciudadanos como consumidores, y no como ciudadanos responsables, por lo que puede que también tenga que ver este empobrecimiento de la oferta informativa con la actualidad política, con el voto masivo a personajes como Trump en USA, Marine Lepen en Francia, Nigel Farage en Gran Bretaña y en España a otros de cuyo nombre no voy a acordarme. En las constituciones europeas el derecho a la información y la libertad de expresión están configurados como la base para que exista una opinión pública libre y, por tanto, la propia democracia, con una población implicada en los procesos democráticos. Pero ¿cuáles son los niveles de abstención en nuestras elecciones? ¿Y a quiénes votarán los que votan, si buena parte de los medios no informan, sino que vomitan? Y qué decir de nuestros jóvenes políticos. El Congreso y los medios tienen algo en común: se han convertido en supermercados del entretenimiento y la banalidad.

IDEAL (La Cerradura), 4/12/2016

domingo, 27 de noviembre de 2016

Catedrales

La inauguración del Nevada Shopping nos ha recordado nuestro gusto por las nuevas catedrales, esos centros comerciales donde la gente se encierra para practicar la religión de nuestros días: el consumo. Una religión que nos lleva a soportar alegremente el martirio: atascos, colas y ambientes congestionados como una cámara de gas, pero todo sea para comprar los productos de las grandes marcas, que para eso han invertido buena parte de su presupuesto en publicidad. Estos centros están diseñados como ciudades en miniatura, por lo que uno podría muy bien vivir en ellos y no conocer otra realidad, y es fácil imaginarse un mundo catastrófico donde la humanidad permanece encerrada en cápsulas de cristal y acero. Así, esta semana he escuchado en el autobús las conversaciones de muchas personas que habían planeado acudir al Nevada durante el fin de semana, no a la sierra del mismo nombre, sino a ese bodrio que se alza en mitad de la Vega y que ha ocupado las portadas de los periódicos por los procesos judiciales que paralizaron su apertura. Si uno repasa las hemerotecas, la construcción del centro comercial ha estado asociada fundamentalmente a noticias sobre “el clan de Armilla”; la condena primero, por la vía penal, a quince meses de cárcel y ocho años de inhabilitación para cargo público a los seis miembros de la Junta de Gobierno Local que aprobó el planeamiento urbanístico del centro comercial y a su promotor, Tomás Olivo; y después, las sentencias del TSJ y del TS que consideraron legal la licencia de obras otorgada por el ayuntamiento y la condena a la Junta de Andalucía al pago de una indemnización de 157, 4 millones de euros. Pero la gente se olvida pronto de esas cuestiones, y más cuando te someten a un proceso de lobotomización cerebral que pasa por el Black Friday, la campaña de Navidad y las rebajas. Y ahí tenemos el resultado: un ejército de zombis que han entregado su alma a una tarjeta de crédito. Pero ¿habrá eliminado el arzobispo de Granada con su bendición las dudas sobre la legalidad de la construcción y apertura del centro? ¿Se convertirán los compradores practicantes en santos? Las imágenes de la inauguración son dignas de una película de Luis García Berlanga, y sólo faltó una procesión en la que se pasease la imagen de Don Dinero, ese bien tan preciado que no nos sirve de nada hasta que nos deshacemos de él. La nueva catedral de Granada ha costado 480 millones de euros y bendiciones. La salvación está cerca.

IDEAL (La Cerradura), 27/11/2016

domingo, 20 de noviembre de 2016

Porcentajes negros

España, Moldavia y Kosovo son los tres países más corruptos de Europa y Asia Central, según denuncia Transparencia Internacional. ¿Se sonrojará alguien en el Gobierno? Los que se sonrojan son el 67% de los españoles, que afirman que éste es el mayor mal del país, más incluso que la pobreza, el paro, la muerte o Donald Trump. Uno podría tomárselo a risa, pero el 42% despotrica también del Gobierno en ese aspecto, el mismo gobierno de un partido que, sin embargo, obtuvo en las últimas elecciones el 33% de los votos. Es decir, que la mayoría de los españoles votó al menos malo de los candidatos, aun sospechando que podría ser corrupto, simplemente porque los otros contendientes –Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera- eran aún peores, esto es, pésimos. Si teníamos alguna duda al respecto, el CIS señala que más de la mitad de los ciudadanos piensa que algunos miembros del Parlamento, concejales de ayuntamientos y funcionarios públicos están envueltos en algún caso de corrupción. ¿Cuántos ciudadanos estarán convencidos de este hecho en Granada? Ahora que se va conociendo el sumario de la “Operación Nazarí”, supongo que serán muchos, los mismos que, con una venda en los ojos –no la de la Justicia- seguían votando a Torres Hurtado elecciones tras elecciones. Quizá sea porque como señala el informe de Transparencia Internacional, sólo el 1% de los ciudadanos denuncia estas malas prácticas cuando las conoce y, según el 30%, esta falta de denuncias se debe al temor a las represalias; por eso, el 80% está convencido de que, en España, no se castiga a los corruptos. ¿Tendrá algo que ver la actitud de los propios ciudadanos españoles, a los que este informe retrata como timoratos y resignados? En este país, nuestra mayor tradición consiste en dejarnos llevar por nuestros sentimientos o nuestra ideología en vez de por la razón, de ahí que nuestros políticos estén tan acostumbrados a negar una y otra vez la realidad ante cualquier denuncia a su partido y que buena parte de los votantes no cambie nunca el sentido de su voto, aunque sus hijos no tengan trabajo y hayan desahuciado a la vecina. Tal vez por la importancia que el enchufismo y las redes clientelares siguen teniendo en los partidos tradicionales, que pretenden tener marionetas en vez de diputados o votantes. Y así, en Granada leemos el periódico como si se tratase de una novela negra, publicada por entregas. Es el colmo de los aficionados al género: evadirse con la propia realidad. Porque pinta black, black, black.

IDEAL (La Cerradura), 20/11/2016

domingo, 13 de noviembre de 2016

La ley de Trump

Escuché por la radio que Donald Trump había ganado las elecciones en Estados Unidos y, cuando encendí el ordenador, me di cuenta de que ya no funcionaba. Esta es la ley de Trump, me dije; si algo va mal, todavía puede ir peor. Pero al menos me ahorré los gritos desesperados y los avisos del Apocalipsis que inundaban las redes sociales, como los propios medios de comunicación venían avisando desde hacía meses. No debe ser tan grave. Porque ¿cuáles son las medidas más polémicas que propone Trump? Nada que no hagamos habitualmente en España, como crear una valla que separare a los Estados Unidos de Méjico que quizá se inspire en la que hay en Ceuta y Melilla, con cuchillas que cortan como guadañas. O como expulsar a los inmigrantes ilegales. O como no acoger a refugiados. A fin de cuentas, ya hemos soportado a un George Bush, que era amigo íntimo de José María Aznar, el padre político de Rajoy, hombre impertérrito que sobrevive hasta a la corrupción, no como Hillary Clinton. ¿Y mandan en algún sitio los presidentes de Gobierno? Detrás de ellos está “el aparato”, esa especie de prótesis que encorseta a quien la lleve, como comprobamos todos los días con los partidos políticos españoles, populistas o no. Así que lo mismo nos divertimos con las chorradas que dice Trump, un showman apropiado quizá para el show mediático mundial, y al que se ha tildado de bufón, loco o ridículo, y que aún debe de estar riéndose de todos los que le despreciaron e insultaron, como Robert de Niro, que tendrá ya la residencia en Canadá. Y Trump se estará riendo también de tantos columnistas que lo pusieron a caldo a un lado y otro del charco, algunos de los cuales ya han cambiado de opinión, por lo que pueda pasar. Trump no los leyó, desde luego, ni tampoco sus votantes, y acaso esto tenga algo que ver. La gente está cabreada, y Trump es sólo un síntoma de la enfermedad. Porque tenemos gobiernos que son democráticos únicamente en el papel: las constituciones proclaman la dignidad de la persona, el derecho al trabajo o a una vivienda, pero hoy son valores que brillan por su ausencia. Hemos desmantelado el Estado social y sustituido los derechos humanos por las normas del capital financiero. Entonces, ¿por qué nos extrañamos de que dirija el imperio un empresario sin escrúpulos? Si no hacemos nada para cambiar las cosas, la realidad nos lleva por delante. Ésa es la ley de Trump.

IDEAL (La Cerradura), 13/11/2016

domingo, 6 de noviembre de 2016

Deberes

Si atendemos a las noticias, éste debe haber sido uno de los fines de semana más felices para las familias españolas, que habrán dedicado su tiempo libre a jugar, leer y visitar museos. Padres e hijos habrán hecho muchas cosas juntos por fin, y los primeros no habrán dejado aparcados a sus vástagos frente a una pantalla, una consola o en cualquiera de las múltiples actividades extraescolares. Porque denuncian que a nuestros hijos les mandan demasiados deberes en el colegio, e independientemente de que sean alumnos de primaria, secundaria o bachillerato se han visto obligados a hacer una huelga de deberes (sic), lo que amenazan con repetir todos los fines de semana del mes de noviembre. Y es que los padres, que al parecer son los que hacen los deberes con ellos, han decidido que ya está bien. Que llegan derrengados a casa después de la jornada de trabajo para que encima tengan que dedicarles un par de horas a los deberes del niño o la niña. Y encima también tienen que dedicarles más tiempo los fines de semana, como si fueran sus hijos, oye. Que esto es un sinvivir. Cuando tenían programadas una excursión a los Cahorros, una visita a la Alhambra y otra al Parque de las Ciencias, por no hablar de los recitales del domingo en casa del vecino, que es uno de los mil quinientos poetas que hay en Granada. Si el niño se pasa las tardes viendo series de televisión mientras trasiega bocadillos de Nocilla es otro tema. Coño, tendrá que descansar después de wasapear todo el día a ritmo de vértigo. Pero ¿quién ejerce aquí el derecho a la huelga, los padres o los hijos? ¿No estarán los primeros derivando su responsabilidad en los hijos y la familia al completo en los profesores y el sistema educativo? Porque habrá profesores que manden demasiados deberes, pero también hay padres con una obsesión enfermiza por el aprendizaje y las notas de sus hijos, a los que ven como caballos de carreras y a los que someten a una presión insoportable para que sean mejores que el contrario, ese al que antes se llamaba compañero. Nada que no pueda arreglarse con una charla con el profesor o el hijo, para llegar a un razonable punto medio. Pero claro, “los deberes pertenecen a un modelo educativo caduco, basado en libros de texto”. Y como nuestros hijos son “nativos digitales”, preferimos otro modelo que cree analfabetos integrales, esos que no leen nunca, como la gran mayoría de los padres. Estudiar cansa.

IDEAL (La Cerradura), 6/11/2016

domingo, 30 de octubre de 2016

Gobierno y Parlamento

Si hoy es domingo, debemos de tener presidente del Gobierno. Así que Mariano Rajoy estará contento, pues deja por fin su situación de interinidad para tener un trabajo más o menos estable los próximos cuatros años. ¡Un trabajador en precario menos! ¡Bien por Mariano y el INEM! Si no convoca nuevas elecciones en primavera, claro, como amenazó veladamente en la sesión de investidura pasándole la pelota al PSOE, un partido que, después de desintegrarse, tendrá que demostrar que tiene una ideología más allá de la defensa de las empresas del IBEX, aunque lo único que va a recordarse en los próximos meses es que fue el partido que facilitó el Gobierno de Mariano Manos Tijeras. Y Podemos ha demostrado que tampoco está en la oposición. No se sabe dónde está, porque al mismo tiempo que ocupa escaños en el Parlamento apoya una manifestación que lo rodea y trata de impedir el ejercicio pacífico de la democracia, insultando a los diputados y destrozando el mobiliario público, eso que algunos confunden con el ejercicio de los derechos constitucionales. La confusión, en este aspecto, de parte de la población, es preocupante. Porque las leyes se cambian en el Congreso, donde nuestros representantes ejercen sin limitaciones la libertad de expresión, aunque algunos hagan un ejercicio nulo de este derecho, o demuestren una capacidad de oratoria digna de un alumno de la LOMCE. Y con un gobierno en minoría la oposición tiene una oportunidad magnífica para cambiar realmente las cosas en los próximos cuatro años. Pero en el Parlamento. La gente no entiende la bipolaridad de los partidos que, como en el caso de Podemos –una bipolaridad personificada por Pablo Iglesias e Íñigo Errejón-, no sabes si quieren transformar el sistema o destruirlo. Y hay muchas formas de manifestarse, como han demostrado alumnos, profesores y padres esta semana en todas las calles de España; o como demostraron miles de granadinos las semanas pasadas denunciando el aislamiento de la provincia o la deficiente gestión de la fusión hospitalaria. Educación, sanidad y transporte son servicios públicos esenciales, y su correcto funcionamiento es lo que preocupa a los ciudadanos, porque son los que justifican la existencia de las Administraciones y del propio sistema democrático. Nuestros representantes políticos harían bien en no olvidarlo. A la vista está que el país se desmorona cuando el poder fáctico sólo piensa en la conservación propia. Quizá, la principal virtud de un gobierno consista en encontrar un equilibrio entre tantos egos y rivalidades, pero necesitamos un Parlamento que sólo piense en los ciudadanos.

IDEAL (La Cerradura, 30/10/2016)

domingo, 23 de octubre de 2016

La Granada andalusí

A la vista del viajero ocasional y del vecino que tiene el privilegio de vivir en el Albaicín, se encuentra la Granada islámica, el núcleo originario de la ciudad, construido alrededor de la antigua Alcazaba sobre los asentamientos ibérico, romano y visigodo. Lo explican Juan Castilla Brazales y Antonio Orihuela Uzal en el libro “En busca de la Granada andalusí” (Comares). Y es una lectura para caminantes, pues el redescubrimiento de la ciudad islámica se realiza en siete paseos que constituyen los capítulos: “La Alcazaba Antigua”, “El antiguo barrio de Axares, hoy de San Pedro”, “El barrio Blanco y la muralla del Albaicín”, “El Albaicín”, “La Medina de Granada”, “El mediodía de Granada” y “La Alhambra”; con ilustraciones de Miguel Sobrino González. De este modo, “En busca de la Granada andalusí” puede leerse como una guía histórica y cultural de la ciudad islámica, pero también como un libro de viajes. Y se trata de un viaje en el tiempo, pues acompañados por los autores logramos imaginarnos perfectamente cómo fue la ciudad hace seiscientos años. Hay descripciones técnicas, apuntes históricos, pero sobre todo un conocimiento profundo de la época que se nos está revelando: lugares como El Maristán, la Puerta de Fajalauza o el Carmen de Aben Humeya cobran un nuevo significado, y a ello ayudan las magníficas ilustraciones, que recrean la Granada de entonces. Así, tenemos la sensación de habitar en una ciudad que se ha reinventado a sí misma muchas veces, y cuyas vidas podemos revivir con sólo escoger el itinerario adecuado. Porque la ciudad originaria aún existe, aunque el Albaicín, como barrio, se vaya degradando poco a poco. La presidenta de la asociación de vecinos, Lola Boloix, denunciaba esta semana el abandono de viviendas y la pérdida de población, que ha descendido en dos mil personas en los últimos años. Algunos de esos inmuebles han sido okupados, y aumenta la inseguridad. Pero las peleas, la suciedad y los incendios no pueden ser las señas de identidad del núcleo histórico de Granada. ¿Cómo no es el Albaicín el barrio más mimado por el Ayuntamiento? Recuerdo ahora el comienzo del poema de Ibn Zarmrak, esculpido en la Sala de dos Hermanas de la Alhambra: “Jardín soy yo que la belleza adorna:/ sabrás mi ser si mi hermosura miras. Por Mohamed, mi rey, a par me pongo/ de lo más noble que será y ha sido.” La belleza de la cultura andalusí es una máquina del tiempo. Pero el descuido de ese legado nos condena a la ignorancia.
IDEAL (La Cerradura), 23/10/2016

domingo, 16 de octubre de 2016

Impunidad

En España, la impunidad se ha convertido en algo natural. Lamentablemente, lo hemos aprendido bien. En un país donde para parte de la población continúa siendo un tabú hablar de los crímenes del franquismo, es difícil que pueda existir una cultura del reconocimiento de los errores. Y así puede explicarse que la secretaria del PP, María Dolores de Cospedal, se refiera a la trama Gürtel como un cuento ocurrido “hace muchos muchos años” o que la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, afirme que su partido es el primer interesado en que se esclarezcan los hechos y se condene a los culpables, cuando lo cierto es que el PP ha pedido la anulación del juicio alineándose con la defensa de los acusados. Francisco Correa ha explicado que se trataba de una mafia institucionalizada bajo la presidencia de José María Aznar, algo que, por otra parte, sospechaba la mayoría de los españoles. El cobro de comisiones y tantos por ciento por la adjudicación de contratos y la realización de obras públicas era una costumbre española, algo en lo que era una verdadera maestra la CIU de Jordi Pujol, con el que Aznar hablaba en catalán en la intimidad. ¡Ay, qué tiempos aquellos en que los nacionalistas eran imprescindibles para el gobierno de España! Y eso que los beneficios de tanta generosidad algunas familias nacionalistas se los llevaban a Andorra. ¿Se trataría de otra práctica institucionalizada? A juicio de la UDEF (“qué coño será eso”, exclamó Correa), sí; y, sin ir más lejos, también en Granada, donde ochenta años después nos sigue llamando la atención que se busquen los restos de Federico García Lorca. Pero aquí asimismo se impone la negación, y es otra costumbre muy granadina contar a la parroquia en el bar lo que nunca le contarías a un juez ni a tu mujer en casa. Así es como la gente pudiera enterarse de si el exalcalde u otras personas recibieron presuntamente comisiones por la adjudicación de obras, si se hicieron tratos de favor o si se gestionó el área de Economía de una forma desastrosa, aunque luego los responsables se permitan reprocharle al actual equipo del gobierno municipal que suban los impuestos. Porque quizá, cuando eran pequeños, eran de esos niños que, después de un estropicio, exclamaban: “¿He sido yo?” Y al parecer, nadie les dijo: “Pues sí, has sido tú, hijo de tu madre”. Y es lo que todavía se siguen preguntado, aunque, ahora, la cara de tonto, se nos quede a todos los españoles.

IDEAL (La Cerradura), 16/10/2016

domingo, 9 de octubre de 2016

Precariedad

Pues hay algo que tiene en común Mariano Rajoy con buena parte de los españoles: la precariedad en su puesto de trabajo. El presidente del Gobierno español trabaja en una situación de interinidad, algo inaudito para alguien de su rango, pero que lo iguala con las condiciones laborales que él mismo ha promovido en el mercado. En una semana en la que se han publicado las nuevas cifras del paro, la desintegración del PSOE facilita la continuidad en el puesto de la estatua que tenemos habitando la Moncloa. Mariano Rajoy espera a que sean las circunstancias –políticas, económicas, sociales- las que tomen las decisiones por él, y en esto se parece también a los trabajadores interinos que, atados de pies y manos, esperan que la diosa Fortuna no se fije demasiado en ellos, vayamos a que, de un día para otro, se queden sin salario. En los bancos, en los comercios, en las Administraciones públicas, cada vez hay menos trabajadores indefinidos, por lo que la actividad del país se va ralentizando y adaptándose a los biorritmos del presidente, que sólo se da prisa en sus paseos matinales. El propio país parece atascarse, y por eso las conversaciones van repitiéndose, y las opiniones de los tertulianos y los artículos de opinión, y aunque uno viva en la más absoluta incertidumbre, se levanta cada mañana. El fin del verano ha dejado a 1.228 granadinos sin trabajo, y la llegada del mes de octubre quizá nos deje sin gobierno en el Ayuntamiento, pues el Concejal de Economía y Hacienda, Baldomero Oliver, se las ve y se las desea para elaborar unas ordenanzas fiscales ya hipotecadas por el PP sin subir los tributos municipales. “Si Ciudadanos no está de acuerdo, puede poner hasta una moción de censura”, exclama. Y es que se ve que es también una cosa muy española eso de gobernar en precario si no tienes mayoría absoluta, algo demasiado arraigado en nuestra memoria histórica. Y quizá por eso los asesores de Mariano Rajoy prefieren que siga deshojando la margarita de unas terceras elecciones. Va a resultar que nos gusta vivir así, con una mano por detrás y otra por delante. Con la delantera, nuestros políticos se la estrechan; y, con la trasera, se hacen la peseta. Da igual si el otro es del propio partido. Porque después de todo, lo importante es aparentar. Y ahí tenemos la pose de los treinta y siete acusados de la trama Gürtel. Ni que fueran los invitados a la boda de la hija de José María Aznar.

IDEAL (La Cerradura), 9/10/2016

domingo, 2 de octubre de 2016

Fiesta

El azar es caprichoso, y mientras algunos vecinos celebran el fin del botellódromo, otros se lo encuentran en el barrio, en el piso de arriba, en su propia casa. España es una fiesta, y nuestros jóvenes brindan por que no haya un acuerdo de gobierno, por las diecisiete puñaladas a Pedro Sánchez, por la independencia de Cataluña. El que está borracho es tan grande como un rey, y aquí brindamos por cualquier cosa. Pero la decadencia del PSOE ilustra bien la del país, y uno no sabe si se trata de una tragedia o una comedia, aunque existan traiciones y asesinatos. La gente normal tiene que llegar a acuerdos diariamente hasta consigo misma, pues si no resultaría muy difícil levantarse, trabajar, llegar a fin de mes, eso que para muchos ha sido siempre una quimera. Nuestros políticos, sin embargo, se dedican a enfrentarse dentro y fuera de su partido, y esta semana los periódicos nos han entretenido con las fotos de los dos bandos de la ejecutiva del PSOE, antes de retarse en el OK Corral. Menudo aburrimiento. Total, si según los datos del Banco de España, la economía progresa adecuadamente. ¿Quién necesita gobierno ni partidos? ¡Vámonos de botellón! Así han estado los periodistas toda la semana en la calle Ferraz, y la peña acudiendo a ver el espectáculo. ¿Nos tomamos unas birras? “El que bien bebe bien duerme, y quien bien duerme piensa bien; quien piensa bien, bien trabaja, y quien trabaja bien, debe beber bien”. Lo piensan mis vecinos de arriba, los de abajo, los que se asoman a las ventanas en el edificio de enfrente, los que llenan las terrazas casi a cualquier hora o los que ni siquiera necesitan una terraza para beber. Uno se levanta por la mañana, enciende la radio o abre el periódico y empieza a frotarse los ojos y a buscar aspirinas por toda la casa. ¿Tendré yo también una gran resaca?  Mira, chaval, ni siquiera tienes resaca. Estás todavía durmiendo la mona, soñando que esto no ocurre en la realidad. Pero ocurre. Y cada día que pasa añadimos un nuevo aliciente al jolgorio nacional. No hay problema. Esto lo arreglamos en un plisplás vía WhatsApp. Oye, tronkis, ¿nos montamos en mi queli un comité federal? Traeros a toda la basca, que Susana paga. Y ya puestos, invitad a los colegas de la acera de enfrente. A Mariano, a Pablo, a Albert, a Alberto, al Carles y al Íñigo. Para el caso, al día siguiente, nadie va a acordarse de nada.

IDEAL (La Cerradura, 2/10/2016)

lunes, 26 de septiembre de 2016

Lo concreto

El nivel cultural y político de una sociedad se mide por los detalles: ese conductor de la Rober que se salta los semáforos en rojo, el del coche que no respeta los pasos de peatones, la mujer que permite que su perro orine en mitad de la acera y que les ladre a los transeúntes, o esos políticos que llevan décadas clamando ¡Granada, Granada, Granada!, pero que consienten que la ciudad esté incomunicada. Si alguien les dijera al conductor de la Rober y al del coche que son unos irresponsables, a la señora que eduque a su perro y al político de turno que es un estafador, tal vez esto no ocurriría. La gente se dice “¿para qué?”, y sigue su camino sin más. Pero puede ocurrir que el autobús atropelle a un ciclista y el coche a un peatón, que a un anciano que paseaba tranquilamente por la calle los ladridos del perro le provoquen un infarto, que alguien que pensaba viajar a Granada en tren no pueda hacerlo y por coger el coche tenga un accidente de tráfico. ¿Alguno se salva? Estando el contenido de este artículo dentro del terreno de lo posible, podríamos decir que sí, pero como soy yo quien lo escribe digo que no, y que tenemos al menos cuatro homicidios imprudentes. Porque estas cosas suceden habitualmente, y si uno se aísla del ruido mediático y se fija en lo concreto encuentra muchos datos para preocuparse. ¿Lo son 220 días sin gobierno? Sin ninguna duda. Como también los 535 que lleva Granada sin comunicación ferroviaria o el millón ciento sesenta y un mil parados que hay en Andalucía. Días en los que puede pasar cualquier cosa, personas a las que les puede suceder cualquier cosa. Pero los seres humanos solemos ser grandilocuentes y difusos. Así, para hablar de los problemas políticos de Granada nos seguimos remontando a las luchas entre los Zegríes y los Abencerrajes, para solucionar los problemas de comunicación promovemos alianzas de ciudades que parecen alianzas de civilizaciones, para disminuir el número de parados inventamos contratos basura y para gobernar este país celebramos una, dos o tres elecciones, esperando entremedias a que se celebren otras tantas elecciones autonómicas, pues se ve que si no conocemos previamente el panorama político territorial no podemos tomar decisiones. Y lo peor es que no se trata de un chiste, ni de una ilustración del día de la marmota o de la teoría del eterno retorno. Pero oiga, ¿no podría ser usted más concreto? Claro: “¡Vallahmo a poshas!”

IDEAL (La Cerradura), 26/09/2016

domingo, 18 de septiembre de 2016

En blanco

Las relaciones de poder crean dependencias en todos los ámbitos, y en los medios de comunicación suele decirse lo que la gente quiere oír y no lo que se piensa, aunque nunca se sepa a ciencia cierta qué es lo que piensa la gente, ni tampoco estemos seguros de que quien opina piense antes de hacerlo. En un país a la deriva como España, se ha convertido en una costumbre el dejarse llevar, algo en lo que el presidente en funciones, Mariano Rajoy, se ha erigido en un símbolo. Y es el colmo de la mediocridad ser la boya que flota sobre la marejada y pensar que ganarás unas terceras elecciones confiando en tus condiciones de flotabilidad –ya se sabe que hay que hinchar los pulmones de aire- mientras todo el mundo se ahoga. Pero hay otra posibilidad: que los ciudadanos nos decidamos a decir basta y votemos en blanco. No que nos abstengamos, sino que reflejemos en nuestro voto la nadería en que ha convertido este país la gente que, con la excusa de trabajar para la democracia, sólo se aprovecha de ella. Fue lo que propuso José Saramago en una novela memorable, “Ensayo sobre la lucidez”, donde retrataba –allá por el 2004- esta democracia muerta. Porque si después de dos convocatorias de elecciones consecutivas, ni los candidatos ni los partidos son capaces de formar un gobierno, es que la democracia está muerta. Que no sirve. Y desde luego no sirven los candidatos, que demuestran su desfachatez con la sola asunción de la posibilidad de la convocatoria de unas terceras elecciones. ¿No tenemos los ciudadanos otra cosa que hacer? ¿Tenemos que despilfarrar tiempo y dinero? Si en vez de trabajar en partidos políticos, los candidatos lo hicieran en cualquier empresa, hace tiempo que habrían sido despedidos. Pero no duele desperdiciar los recursos cuando no son tuyos. Lo curioso es que, en la novela de Saramago, al principio nadie va a votar, que es lo que a la mayoría se le pasa hoy por la cabeza. ¿Nuevas elecciones en el día de Navidad? ¿En el día de Todos los Santos? Pero después, a partir del mediodía, los votantes acuden masivamente. Para depositar un voto en blanco. ¿Que cómo acaba esta historia? Obviamente, no voy a contárselo. Vaya usted a la librería y cómprese la novela, y, de paso, dos o tres más. Aunque también podría usted empezar a escribir su propia novela, votando en blanco. Después sólo hay que escribir una frase. Y poner otra detrás. ¿Nos impedirán, acaso, dejar de imaginar?

IDEAL (La Cerradura), 18/09/2016

domingo, 11 de septiembre de 2016

Derrotas

En Granada se ha instalado un verano perpetuo, aunque hay cosas que no cambian. O quizá cambien de una manera sutil, pues si uno se fija, son muchos más los mendigos que duermen a la intemperie en las calles y plazas de la ciudad. En invierno, ocupan cajeros, callejones, contenedores, lugares protegidos. En verano duermen tumbados en bancos, y a veces, en mitad de una plaza, encima de los cartones y la manta con que se cubren durante el invierno. Los veo por la mañana, muy temprano, y me admira la tranquilidad de su sueño, porque ya lo han perdido todo y saben que las calles no tienen conciencia. Pero me sorprende encontrar chabolas en lugares insospechados, junto a la circunvalación, por ejemplo, en el Camino de las Vacas, entre la Vega y el Barrio de la Juventud, cerca del colegio de los Agustinos y del instituto Ramón y Cajal, en una de las zonas más nuevas de Granada. Pero esta chabola no está habitada por mendigos, sino por una familia trabajadora, pues veo a los hombres recorrer los barrios en triciclos en busca de cobre y cachivaches, y a las mujeres barrer la tierra de la puerta, como si se tratara de un chalé. Sólo que éste tiene el techo y las paredes de hojalata y plásticos, que deben convertir el interior en un infierno durante el día. En verano, la gente huye a la playa o al campo, y los mendigos aprovechan para habitar lugares mejores, como esa mujer de setenta años que ha dormido en la Caleta, y que podía gritar de madrugada “La plaza es mía”, aunque pasara la mayoría de las horas tumbada, hablando sola. O como ese grupo que pasa las noches cerca de la estación de trenes (esos vehículos fantasmales en Granada), y que durante el día se turnan para dirigir el tráfico de la calle Halcón, mientras los demás beben en la sombra. Pero luego hay otra gente que vive en la pobreza de sus casas, y que por la mañana, cuando otros hacen deporte, recorren las huertas de la Vega en busca de comida. Repasan una y otra vez las ramas de los árboles frutales que asoman por las tapias de las casas, ignorando los ladridos de los perros, recolectando peras y manzanas; entran en los huertos con bolsas de plástico y, antes de que la ciudad despierte, vuelven a casa con su botín: algunas patatas, cebollas y tomates. Y hay quien nunca buscará nada, ni pedirá ayuda. La ciudad contiene todas las derrotas.

IDEAL (La Cerradura), 11/09/2016

domingo, 4 de septiembre de 2016

Disciplina

En España, los diputados son seres obtusos que, aun representando la soberanía popular, sólo se guían por la disciplina de partido. Tienen voz y voto en el Congreso, pero la realidad es que ni siquiera ejercen la libertad de expresión, pues no dicen lo que piensan individualmente, sino que siguen las directrices del aparato, esa suerte de demiurgo que, como su nombre indica, hace que sus cuerpos se muevan articuladamente, siguiendo los hilos de la marioneta. Fuera de las Cortes, los diputados a veces se atreven a decir lo que piensan, pero de puertas adentro siguen las directrices del líder, esa especie de dictadorzuelo que ha encontrado su hábitat natural en los partidos políticos, unos organismos anquilosados que se han convertido en verdaderos parásitos de la democracia, con unas bases dirigidas del mismo modo que los diputados electos en los grupos parlamentarios: a golpe de mandato. Los partidos políticos no dejan de ser organizaciones privadas que cumplen una función pública, pero en España se han comportado como sectas que han ido corrompiendo la Administración pública, convirtiendo algunas comunidades autónomas en reinos de taifas enemigas o aliadas del partido del Gobierno central, incapaz de ejecutar políticas que deberían ser comunes para todos los españoles en educación, sanidad o servicios sociales. Lo hemos visto con el PP, el PSOE y los partidos nacionalistas; lo vemos ahora con las nuevas formaciones políticas, con Podemos y Pablo Iglesias como caso paradigmático. Amparados en las diferencias que existen entre lo que exige la soberanía popular y el ejercicio del poder político, los partidos tienen secuestrada a la sociedad española, pues han olvidado su papel de servicio público. Y es pública su principal fuente de financiación, atendiendo precisamente al número de escaños obtenidos en el Parlamento y al número de votos obtenidos en las últimas elecciones. Pero ¿debemos financiar con fondos públicos a estas organizaciones que se dedican a crear conflictos en vez de a solucionarlos? Si en un país ideal, los partidos políticos serían un instrumento fundamental para la participación política y el vehículo para la formación y manifestación de la voluntad popular, en este vodevil llamado España se han convertido en el arquetipo de los defectos del ciudadano español: fatuo, pendenciero, vocinglero, envidioso y derrochador. Según el diccionario, una de las acepciones de disciplina es “observancia de las leyes y ordenamientos de una profesión o instituto”. Aunque también puede ser un “instrumento cuyos extremos son más gruesos y sirve para azotar”. ¿Unas terceras elecciones? La disciplina de partido es el cáncer de la democracia.

IDEAL (La Cerradura), 4/09/2016

domingo, 28 de agosto de 2016

Extraterrestres

Por fortuna hemos encontrado un planeta gemelo, Próxima b, a tan sólo 4,5 años luz de la Tierra. Los astrónomos no han podido observarlo directamente, pero, después de cálculos complejos, afirman: “Podría haber vida extraterrestre”. Ustedes, como yo, habrán sentido en este momento un escalofrío, aunque inmediatamente se habrán dicho: “Tonterías, si los extraterrestres ya están aquí”. De hecho, como comprobé anoche en un programa de televisión de cuyo nombre no voy a acordarme, parte de la juventud española está convencida de que viven en el planeta Tierra, confundidos con los seres humanos. “Tampoco nos extraña esto”, dirán ustedes. “Están en nuestra clase política”. Así es. Y lo sabemos por su idea del tiempo, que es un concepto equívoco, cambiante, que a veces se confunde con el espacio. Por ejemplo, con la tecnología actual tardaríamos 75.000 años en llegar a Próxima b, pero Stephen Hawking y Marck Zuckerberg, el fundador de Facebook, trabajan en un proyecto, Breakthrough Starshot, para que lo logremos en apenas veinte. ¿Habrá llegado el AVE a Granada para entonces? Pues teniendo en cuenta que parte de esos extraterrestres forman parte de la clase política granadina, probablemente no. ¿Y por qué lo sabemos? Porque les parece bien que la empresa adjudicataria de la obra terrícola que debe unir solamente la distancia entre Loja y Granada, la UTE formada por Dragados y Tecsa, rescinda el contrato de ejecución, aunque esto signifique un nuevo retraso. Pero ¿por qué? ¿Es que no le han pagado? ¿Es que el Ministerio de Fomento ha hecho una mala gestión en este asunto? ¿Es que la empresa exige más dinero? “La culpa del estancamiento del AVE la tiene el PSOE”, ha afirmado el presidente provincial del PP, Sebastián Pérez. Pero oiga, ¿ustedes dónde han estado gobernando en los últimos trece años, en Próxima b? Porque eso lo dice alguien que ha compaginado los cargos de presidente de su partido, presidente de la Diputación, concejal del Ayuntamiento y senador. Y sin ningún título universitario. ¡Un extraterrestre!, piensan nuestros jóvenes que, con dos carreras, másteres e idiomas están en el paro o, para poder trabajar, tienen que irse de España. El alcalde, Francisco Cuenca, que no es de Próxima b, sino de la Chana, se ha sumado a la convocatoria de Granada en Marcha para concentrase el próximo día 17 de septiembre y exigir la llegada del AVE. ¿Acudirán los ciudadanos? Otra posibilidad es esperar a que Hawking y Zuckerberg desarrollen sus nanonaves espaciales, que viajarán a la velocidad de la luz. Que nosotros la veamos al final del túnel.
IDEAL (La Cerradura), 28/08/2016

domingo, 21 de agosto de 2016

Veletas

Granada es una ciudad tan pequeña que convierte en local lo universal. O quizá se trate de una ciudad grande de gente pequeña, tan preocupada por el vecino o el rival que es incapaz de ver lo bueno que hay en sí misma. Un ejemplo lo tenemos en la conmemoración del aniversario de la muerte de Federico García Lorca. Mientras en medio mundo se habla de la obra y la figura del poeta, aquí la clase política se enreda una vez más en reproches y acusaciones de “propaganda política”, como si efectivamente no hubieran pasado ochenta años y en las calles de Granada siguiera enconado el mismo odio, ese gusto por la tragedia que García Lorca supo retratar tan bien. “¡Oh pena de cauce oculto/ y madrugada remota!” Los versos de Federico resultan proféticos. “Cuando yo me muera,/ enterradme, si queréis,/ en una veleta”. Y es una veleta la política local, capaz de trivializar los símbolos universales, pero incapaz de fijar y perseguir objetivos comunes. Así, no es de extrañar el pánico que se ha desatado en la ciudad por la sola noticia de que en Málaga se ha constituido un grupo de trabajo para afianzar su candidatura a acoger la Agencia Europea del Medicamento, para la que Granada también se postula, aunque no se sepa cómo ni si se ha hecho algo al respecto. Ha bastado con que el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, declare que ha contactado ya con las instituciones europeas para que aquí nos entren las prisas. Porque, ¿cómo iban a viajar a Granada los funcionarios europeos? ¿En globo? No, probablemente volando al aeropuerto de Málaga, que tiene vuelos diarios con Londres, sede actual de la agencia, y con todos los países europeos. Y Francisco de la Torre ha añadido una cosa obvia: “Granada tiene todo mi afecto y respeto, pero es difícil que compita en conectividad”. Para empezar, la conectividad ha sido prácticamente nula entre las instituciones, lo que podría explicarse –aunque para los ciudadanos resulte inexplicable- porque estaban gobernadas por distintos partidos políticos. Pero ni siquiera ahora, que la Junta de Andalucía, la Diputación y el Ayuntamiento están gobernadas por el PSOE, parece que remen en el mismo sentido. ¿A qué puede aspirar una ciudad que lleva dieciséis meses sin conexión ferroviaria? Sin embargo, aumenta el número de turistas, que suman al atractivo de Granada las dificultades para llegar a ella, como si compitieran en los juegos turísticos. Mira: “Por el cielo va la luna/ con el niño de la mano”.

IDEAL (La Cerradura), 21/08/2016

domingo, 14 de agosto de 2016

Hacer el agosto

Lamentablemente, la estulticia política no descansa en el mes de agosto, impertérrita como Rajoy, capaz de esperar al fin del mundo para fijar la fecha de la sesión de investidura. “La carrera de Rajoy”, nos dicen los portavoces de su partido, y vemos al presidente en funciones recorriendo los pueblos de España como Robocop, aunque no se mueva del sitio. Parece que tenemos todo el tiempo del mundo, como los morosos del Ayuntamiento de Granada, que han visto tan felices cómo han prescrito sus deudas con el consistorio por valor de casi 82 millones de euros. Porque también nos sobra el dinero. Aunque si ahora tuvieran que pagarlo de su bolsillo los encargados de cobrarlo, el exalcalde José Torres Hurtado y el entonces responsable de Economía y todavía concejal, Francisco Ledesma, esto no volvería a ocurrir. “¡Que se dejen de demagogias y le cobren a la Junta de Andalucía los 4,8 millones que le debe al Ayuntamiento!”, responden simplemente desde el PP, aunque la Junta asegure que ya ha pagado esa deuda. ¡Pero es que era dinero público! Como la Casa Ágreda es patrimonio público municipal, y por eso se puede gestionar con alegría, tanta como para regalarla y viajar gratis a Rabat. ¿Será por dietas? Todos los diputados andaluces, que andan ahora de vacaciones, cobran dietas de manutención y alojamiento como si acudieran al Parlamento. ¿Esta es la forma de regenerar la política? No he visto que los diputados de Ciudadanos, que apoyan al Gobierno andaluz, o los de Podemos, que están en la oposición, hayan renunciado a ellas, como tampoco los representantes de los partidos tradicionales, PSOE, PP e incluso IU, que las han aprobado con la misma alegría en el Parlamento. Porque alegría no nos falta en Andalucía, como podemos apreciar en Canal Sur, que pinta un mundo de jauja, bobalicón y dicharachero. “¡Esto es vida!”, exclamarán los diputados en la sombrilla. “¡Esto es un robo!”, exclaman los ciudadanos que lo leen en el periódico. Aunque se trata de un robo legalmente consentido. Pero no es consentido por los ciudadanos. Porque los diputados no los representan cuando toman decisiones en su propio beneficio. Así, no es de extrañar la idea tan extendida que confunde hacer política con “hacer el agosto”. Y tampoco el convencimiento de que son demasiados caraduras e ineptos los que se dedican a la política, una profesión que, visto lo visto, sólo requiere la capacidad de cometer los mismos errores una y otra vez. Y estos no prescriben. Aunque a los ciudadanos nos hagan la puñeta.

IDEAL (La Cerradura), 14/08/2016

domingo, 7 de agosto de 2016

Corral

Granada ilustra para bien y para mal la historia de España. Un país donde no suele hablarse abiertamente de sus problemas ni de su historia, y donde la generación llamada a gobernar y educada en la Transición aprendía más cosas en el colegio sobre “La Guerra de las Galaxias” que sobre la Guerra Civil española, ese intercambio de impresiones entre los íberos que se llevó por delante a muchos abuelos y bisabuelos. Pero aquí se le echaron unas toneladas de tierra al problema –que sigue enquistado en el Parlamento-, y prueba de ello es el corral que, entre Alfacar y Víznar, en el Peñón del Colorao, hay sobre la fosa de dos mil fusilados, entre ellos, quizá, Federico García Lorca. ¿Algo a la altura de nuestra dignidad política, social y cultural? Pues sin duda. Y lo peor es que el carril del Obispo, que es como se llama la carretera que une ambas localidades, se declaró en 2012 “Lugar de Memoria Histórica de Andalucía”, una declaración que no conlleva protección alguna. De hecho, los terrenos de la discordia son propiedad particular, por lo que los caballos y el ganado pueden pastar a sus anchas. Nada raro en un país como España, donde tampoco hay ningún respeto por el dominio público, y que funciona actualmente como un corral donde los gallos cacarean en el Parlamento. El anteproyecto de la ley andaluza, define la memoria histórica como “el derecho a conocer la verdad de la historia de la lucha del pueblo andaluz por sus derechos y libertades, derecho a la justicia y derecho a la reparación, como garantías de no repetición”. ¿Hace falta una ley andaluza que reconozca este derecho de una manera tan grandilocuente y pésimamente expresada? Pues sí, porque en España aún no se han llevado a cabo las actuaciones necesarias para recuperar e identificar los restos de las víctimas del franquismo, y la clase política se comporta como si tuviera el convencimiento de que a los ciudadanos se les puede negar el pasado, y por tanto también el presente y el futuro. ¿A alguien puede extrañarle entonces que la forma más habitual de enfrentarnos a nuestros problemas sea negarlos una y otra vez? Si eso ocurre con la mayor ignominia que ha ocurrido en España, ¿por qué debemos esperar con lo demás algo diferente? El mejor homenaje que ha sabido darle Granada a su hijo predilecto, Federico García Lorca, es la construcción de un centro que lleva su nombre pero está vacío de contenido. Así escribimos la historia de España.

IDEAL (La Cerradura), 7/08/2016

domingo, 31 de julio de 2016

Psicosis

Esta semana me sorprendía ver en un centro comercial a dos policías equipados con chalecos antibalas y metralletas, como sólo había visto en algunos países de América Latina. Luego lo comprendí, al enterarme de que había una alerta terrorista en Almería y Granada, o al menos eso es lo que decían algunos mensajes que recibía en el móvil. Los yihadistas han provocado ese estado de alarma, y algunas personas se han dejado llevar por la psicosis y han reenviado mensajes donde alertaban de la existencia de coches cargados de explosivos en centros comerciales de la costa. Incluso daban la marca y el color del vehículo. Granada y Almería son provincias especialmente sensibles a este fenómeno, por el gran número de inmigrantes que trabajan aquí, y en localidades como El Ejido buena parte de la población es árabe. A pesar de los recelos con que los tratan una minoría de ciudadanos, a mí me parece que este es un hecho tranquilizador, pues la inmensa mayoría de los musulmanes son moderados y los primeros en condenar los atentados terroristas, pues sólo pretenden ganarse un sueldo y vivir en paz. Lamentablemente, no son el espejo en el que los simpatizantes del yihadismo suelen mirarse, pero precisamente por eso los ciudadanos –musulmanes y no musulmanes- deben dar una lección de civismo y de confianza en la democracia y en sus instituciones, algo que, sin embargo, no están haciendo los representantes de los principales partidos políticos, cuya irresponsabilidad sobrepasa ya cualquier límite razonable. Mientras François Holland o el Papa Francisco hablan abiertamente de guerra, los políticos españoles siguen enredando dentro y fuera del Congreso, como si los partidos y sus agrupaciones territoriales fueran una especie de reinos de taifas gobernados por jefecillos presuntuosos e incapaces de llegar a ningún acuerdo. Muy al contrario, deberían estar dando ejemplo de su creencia en los valores democráticos. Porque ante el fanatismo yihadista, los ciudadanos debemos armarnos con el derecho, la cultura, la educación y el civismo. Y no contribuir con la histeria o con mensajes poco meditados a que cunda el miedo y el desánimo. El silencio de los ciudadanos y de los medios de comunicación es la mejor respuesta contra las amenazas terroristas. Otra cosa es el silencio ominoso de nuestros representantes políticos, que así descansan de atribuir al otro los vicios que no dejan de practicar. Porque, en España, mentir en nombre del país se ha convertido en una costumbre. Y Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias generan ya una psicosis verdadera.

IDEAL (La Cerradura), 31/07/2016

lunes, 25 de julio de 2016

Construcción de los sombreros encarnados

A Siomara España (Ecuador, 1976) la conocí en Guayaquil hace tres años, y desde el primer momento me llamó la atención la manera deslumbrante –y contagiosa- que tiene de apasionarse por las cosas. Una pulsión que está presente en su poesía, que llega a ser visceral, y que te sobrecoge en un torrente de palabras que, sin embargo, están muy bien medidas. Buena prueba de ello es el poemario “Construcción de los sombreros encarnados (música para una muerte inversa)”, que Siomara escribió en una noche, mientras escuchaba la Quinta Sinfonía de Gustav Mahler, y que luego pulió y pulió, y con el que ganó el Premio Nacional de Literatura de la Casa de la Cultura de Ambato (Ecuador) en el año 2012, y que ahora publica en España la editorial Polibea.
En este libro encontramos ese apasionamiento de Siomara por la vida, y no es una casualidad que haya elegido para personificar su voz poética a un personaje que se encuentra en el mismo límite entre la vida y la muerte, Gustav Aschenbach –un suicida en cierto modo-, el personaje principal de “La muerte en Venecia”, tal vez la novela más redonda de Thomas Mann. El reflexivo y metódico Aschenbach se enamora del adolescente Tadzio, y está dispuesto a sacrificarlo todo por la belleza –“la naturaleza se estremece de placer cuando el espíritu se inclina, reverente, ante la Belleza”, escribe Thomas Mann-, que es precisamente lo que hacen los poetas extraordinarios al escribir.
Como Aschenbach, la voz poética se consume en los poemas de este libro, y la poeta también, pues deja parte de sí misma en estas páginas, encerrada en ese mundo de portadas color turquesa, que revive cuando el lector las abre y lee, y donde resuenan las voces de otros poetas preferidos de Siomara España: Federico García Lorca, Walt Whitman, Vicente Huidobro, Dylan Thomas, José Lezama Lima, César Vallejo o Constantino Kavafis.
Y en este libro los sombreros tienen una simbología especial, claro, la de la civilización occidental que se derrumba en la novela de Thomas Mann, como la propia ciudad de Venecia, el escenario de ambas obras, que va hundiéndose en la laguna. También la poeta escribe en un mundo que se derrumba, pero, llevada en volandas por la música, opone la escritura como bien irreversible para mostrar “la puesta en escena de mi propia muerte”, “para no sucumbir al terror del desconsuelo” o “para arrancar desde tu boca la amargura de mi nombre”, por citar algunos versos de Siomara España, cuyos poemas acaban siempre con una fuerza inaudita –ascendente, podríamos decir- como el que cierra el libro: “TÚ/ vencido/ como el ave que lucha/ desplegando/ sus alas sobre el viento/. YO/ muerto/ en la blanca arena/ de mi última/ obertura”.
La poeta se transmuta en personajes, en Tadzio y en Aschenbach y en la propia voz poética, para ser “un hombre nuevo y viejo/ y una nueva sombra/ bajo el mismo nombre”. Siomara España ha escrito un libro admirable. Y es una suerte que los lectores españoles puedan leerlo ahora.

IDEAL (Cultura), 25/07/2016

domingo, 24 de julio de 2016

Pokémon

Sólo en Estados Unidos, 21 millones de personas andan buscando conejitos virtuales por el país. Y gatos, y peces, y dragones, y patos, y ornitorrincos, y todo tipo de engendros que sólo están en la pantalla del móvil. El problema es que al estar únicamente en la pantalla del móvil, el jugador puede partirse la crisma en la realidad contra una pared, o caerse por un acantilado, o asaltar un cuartel de la guardia civil. Los expertos –hay más expertos que pokémons-, para explicar el fenómeno que está llevando a buena parte de la humanidad a renunciar al 90% de su cerebro, hablan de nostalgia: los niños que jugaban al antiguo videojuego ahora no se resisten a esta aplicación de “realidad aumentada”. Y lo peor es que no ven la contradicción por ninguna parte. ¿Ese bicho que usted persigue está en la realidad? “Pues claro”, te contestan con las pupilas dilatadas. La verdad es que nunca he comprendido muy bien la adicción a los videojuegos, quizá porque siempre he sentido demasiada curiosidad por las personas, los lugares y las circunstancias que me rodean. Y puestos a buscar animales, se encuentra uno a una verdadera fauna en las calles de Granada. En el Campus de Fuentenueva de la UGR, por ejemplo, hay decenas de gatos, tan señoriales y seguros de la propiedad de sus dominios que ni siquiera se asustan por el paso de la gente que hace deporte temprano. Y qué decir del Albaicín, donde además de gatos sí que hay pokémons haciendo botellón en el mirador de San Nicolás, frente a la Alhambra, que ven doble o triple. Pero es precisamente en los bosques de la colina roja donde viven seres entre la realidad y la fantasía, elfos, trasgos, silfos, náyades o genios, como contó Miguel Ángel Moleón en un libro estupendo, “Los cuadernos secretos de Washington Irving” (Almuzara). “¿Y los pájaros?”, dirán ustedes. Pues los pájaros están donde siempre: en el Ayuntamiento. Son de esos que hacen un nido y no hay manera de sacarlos de allí, porque de hecho creen que vivimos igual que hace ochenta años y, como pájaros que son, siguen pensando exactamente lo mismo, y se refieren al inicio de la guerra civil española como “el alzamiento del glorioso movimiento nacional”, ese que llevó al asesinato de Federico García Lorca o de Manuel Fernández Montesinos, entonces alcalde de la ciudad. Y no lo ha dicho un pokémon, sino la concejala del PP, Telesfora Ruiz, en el pleno del Ayuntamiento. Pues menudo nivel mental.

IDEAL (La Cerradura), 24/07/2016

domingo, 17 de julio de 2016

Comunicación

Tal y como evoluciona el sistema educativo en España, lo que se conoce como el “salto generacional” puede convertirse en una barrera infranqueable. Porque además de las hormonas, los años, etc., lo que separa hoy día a las generaciones –con excepciones manifiestas- es un problema de lenguaje. De pobreza en el uso del lenguaje, concretamente, como cualquier profesor de bachillerato o de universidad podrá corroborar. Y no se trata de la forma de pensar, sino de la manera de razonar y de estructurar el pensamiento. Porque es el propio lenguaje quien estructura el pensamiento, y basta echar un vistazo a las redes sociales para darse cuenta de que a una buena parte de los usuarios les faltan recursos lingüísticos para poder articularlo, como los animales –que no animalistas- que se han alegrado por la muerte del torero Víctor Barrio. Y tampoco hay que recurrir a las declaraciones de Messi en el juzgado para corroborarlo –delincuente condenado, por cierto, con la colaboración necesaria de su club, que ahora hace demagogia para exculparlo: la expresión más lamentable de ese nacionalismo catalán que confunde el Estado de derecho con la evasión fiscal-, ni a los gritos de celebración de Tarzán-Cristiano Ronaldo. En casi cualquier ámbito podemos encontrarnos hoy a alguien incapaz de construir correctamente una sola frase, y cuyo discurso –por llamarlo de alguna manera- está construido únicamente con interjecciones y exclamaciones. Sin duda Belén Esteban y compañía y quienes pagan su presencia en los platós de televisión han contribuido a ello, pero también nuestros responsables públicos, empezando por el aún presidente en funciones, Mariano Rajoy, cuya frase más brillante en un informativo en plena campaña electoral, fue: “A quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga”. Y resulta que, una vez vistos los resultados, San Pedro se la ha bendecido a él, aunque yo todavía no sé el qué. Pero hay unos cuantos millones de españoles que sí lo entienden, pues lo han votado. Pues “a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga”, que decía Don Quijote, aunque es una lástima que luego no muestren tanto sentido común como Sancho Panza. Así, ¿a alguien le extraña que los partidos políticos no lleguen a un acuerdo de gobierno? No sé si antes de que termine el verano habrá investidura, pero antes que al Congreso de los Diputados, los candidatos deberían volver al colegio. Para lograrlo, podrían aprovechar sus vacaciones de no hacer nada para rellenar unos cuantos cuadernos Santillana de la serie “Comunicación política y buen gobierno”.

IDEAL (La Cerradura), 17/07/2016

domingo, 10 de julio de 2016

Extranjeros

El otro día, paseando por la avenida de la Constitución, me pasó algo curioso. Vi a un hombre de unos treinta años, árabe y vestido con una túnica blanca, que portaba una pancarta donde podía leerse en el anverso: “Estoy harto de abusos”; y en el reverso: “Quiero libertad y paz en el mundo”. Lo sé porque el hombre se paró a enseñármela, y después me dijo: “Soy musulmán, pero no de los que salen en la televisión matando a la gente”. El hombre iba repitiendo la ceremonia con cada transeúnte que se encontraba, que reaccionaba con compresión o estupor, según. Y debe de ser terrible encontrarse en su situación, pertenecer a un colectivo cuyos miembros más radicales, los yihadistas, matan en nombre de tu dios, causando el mayor daño posible. A los creyentes islámicos de buena fe les amargan las noticias sobre el terrorismo, y más que algunos ciudadanos los consideren cómplices de los asesinos. Pero la gente no suele ser comprensiva con los extranjeros, o con los que tienen una religión diferente. Esta semana IDEAL publicaba la noticia sobre el motín producido en el centro de acogida Ángel Ganivet, que acabó con diez menores detenidos, dos huidos y tres policías heridos. Al parecer, todo empezó porque uno de los menores se negó a ser trasladado a otro centro del que había escapado. Armados con cristales de las ventanas, se enfrentaron a la policía. La mayoría de esos menores son de origen marroquí, y formaban una pandilla en las calles de Melilla, donde sobrevivían como podían, “todo ello sin el amparo de la familia y con la única ley en la mano que conocen bien, la de la calle, donde casi todo vale y sólo sobrevive el más fuerte”, según contaba José Ramón Villalba. A mí me han llamado la atención los comentarios racistas de los internautas: “Esos moros son menores y pronto saldrán a la calle para delinquir. Si ya están dando problemas, ¿por qué no los expulsamos a su país?” A ciudadanos como éste, orgulloso de su condición de español, nadie les ha explicado el concepto de derecho, y que no se puede expulsar sin más a la gente, extranjera o no, porque eso equivaldría a aplicar “la ley de la calle”. Pero es fácil decir este tipo de cosas cuando uno tiene una casa y un estatus jurídico que puede ejercerse con mostrar simplemente el DNI. No creo que estas personas salgan espontáneamente a manifestarse para denunciar abusos y pedir paz y libertad.

IDEAL (La Cerradura), 10/07/2016

domingo, 3 de julio de 2016

Pobreza infantil

Mientras los candidatos ya electos continúan mareando la perdiz de la investidura, España se sigue retratando como país en los informes que publican las organizaciones internacionales. Es el caso de Unicef, que sitúa en el 34,4% (60,3% en el caso de familias inmigrantes) el porcentaje de niños españoles en riesgo de pobreza: uno de cada tres. Una cifra que debería avergonzar a toda la clase política que ha tenido responsabilidad pública desde la Transición democrática. En este ámbito, estamos a la cola de la OCDE, lo que nos permite afirmar sin ninguna duda que somos un país subdesarrollado, aunque las cifras del PIB nos sitúen a la cabeza de los países europeos. Y es más, estamos empeñados en serlo, porque desde el año 2009 a esta parte la inversión en educación en España se ha reducido en 5.000 millones de euros anuales, y la inversión en protección de los niños y sus familias en 2.700 millones de euros. Tenemos muy mala suerte con nuestra clase política –o tal vez no, y sólo sea la expresión de nuestra sociedad-, pues los partidos son incapaces de ponerse acuerdo y alcanzar grandes pactos sobre las materias que determinan el futuro de un país: educación, economía, sanidad, organización territorial, cultura o, como pide Unicef, protección de la infancia. Hasta los nuevos partidos políticos, aquellos llamados a ejecutar una verdadera revolución social, son víctimas de la ambición y el personalismo de sus líderes y de la inconsistencia intelectual de sus propuestas, confundidas con campañas de marketing. En España, al parecer, los ciudadanos siguen votando por inercia, y nos da igual que nuestros índices de pobreza y corrupción política estén ya al nivel de los países del Tercer Mundo, mucho más dignos, por otra parte, en lo que a valores humanos se refiere. Porque allí la pobreza se combate, aunque sea con la ayuda de las organizaciones internacionales, pero aquí la ayuda de estas organizaciones sólo sirve para apuntalar el capital financiero, la piedra filosofal de esta Europa desintegrada ya en lo social. La respuesta más clara respecto a la salida de Reino Unido de la Unión Europea la han dado esos descerebrados que se dedican a insultar en los trenes y autobuses a los extranjeros, frente a la inoperancia de la autoridades de la Unión y de los propios dirigentes británicos que irresponsablemente pusieron en marcha el proceso. La Unión Europa debe desarrollar unas políticas sociales que se conviertan en un elemento integrador de los países. Porque de las autoridades españolas ya sabemos que no podemos esperarlo.

IDEAL (La Cerradura), 3/07/2016

domingo, 26 de junio de 2016

El Súper

Siempre he sospechado que en los lectores españoles han influido mucho más los tebeos que el ensayo o la novela. Eso explicaría el carácter de los grandes éxitos del cine español de los últimos años, de las novelas más vendidas o de los programas de televisión más vistos. Porque se nota que hay lectores de tebeos a los que nunca les dijeron: “¡Es una broma! ¡La gente no se comporta así en la realidad! ¡Uno no puede comerse una tubería dentro de un trozo de pan, como hacía Otilio! ¡Ni tampoco utilizar atajos como Anacleto!” Pero confieso que me ha sorprendido descubrir que todo un ministro de Interior, como Jorge Fernández Díaz, es un lector empedernido de Mortadelo y Filemón. Porque parece que el ministerio es una especie de TIA (Técnicos de Investigación Aeroterráquea), y que él es el Superintendente Vicente. Quizá sea por eso que quiera introducirse allí Pablo Iglesias (ya tienes un argumento para el próximo número, Francisco Ibáñez), deseoso de controlar a los espías, aunque sean tan desastrosos como Mortadelo y Filemón. ¿Para hacer lo mismo que Fernández Díaz con la Oficina Antifraude de Cataluña? ¿Para obtener información personal de los contribuyentes y poder amenazarlos, como hacía Cristóbal Montoro? A la larga lista de villanos de la TIA (Chapeau el “Esmirriau”, el “Bacilón”, Rodolfo Cobardino, Bruno el “Megavatio” o el “Tirano”), habría que sumar al “Coletas”, que es como llaman en el PP a Pablo Iglesias, que, sin embargo, podría ser a partir de mañana (la TIA no lo permita) el próximo presidente del Gobierno de España. ¿Estará ahora Mariano Rajoy con los cascos puestos esperando el resultado de la votación? En las mesas electorales no suele escucharse ni un zumbido, aunque quizá ese “Bzzzzz” característico sean las interferencias que provocan las escuchas de Mortadelo y Filemón. Porque, según las grabaciones filtradas, las palabras del Súper lo dicen todo: “El presidente del Gobierno lo sabe”; y: “Yo se lo dije a él; es un hombre discreto donde los haya. Su mano derecha no sabe lo que hace su mano izquierda. Lo conozco muy bien desde hace años”. Lo peor es que estas grabaciones se realizaron gracias a un micrófono instalado en el despacho del ¡ministro de Interior! Y todo, al parecer, porque hay una guerra entre los espías que trabajan en el propio edificio de la TIA: filtran información, conspiran contra otros mandos, deciden cuál será la próxima bomba informativa. Porque esto sólo le pasa al Súper. Estoy deseando leer el próximo número de Mortadelo y Filemón.

IDEAL (La Cerradura), 26/06/2016

domingo, 19 de junio de 2016

Partidos

La celebración de la Eurocopa de fútbol, además de goles y partidos de las grandes selecciones, nos está mostrando que el peligro al que se enfrenta Europa es la violencia, independientemente de dónde provenga. Aunque la amenaza yihadista sea un hecho, los ultras de países como Rusia, Eslovaquia, Gales o Inglaterra, nos recuerdan que la serpiente la tenemos dentro del continente, dispuesta a ocupar cada vez más espacio mediático y político, y que aprovecha para ese fin la celebración de este evento deportivo. Porque Europa se tambalea ahora mismo, y de eso son conscientes los extremistas. Sin más identidad que la que marca el capital financiero, la actuación de las autoridades de la UE ante la crisis de los refugiados y el pavor a la salida de Reino Unido, nos muestran a una diosa vacilante, a un delantero patoso como Julio Salinas, que aunque se hacía un lío con las piernas, a veces era capaz de meter un gol. No sé si esa es la Europa a la que se refiere el nuevo dueño del Granada Club de Fútbol, Jiang Lizhang, que augura al equipo un futuro de éxitos deportivos. Los hinchas lo ven como una especie de rey Midas, que traerá fichajes rutilantes para avanzar en las competiciones deportivas, pero él, como empresario, sólo ve una oportunidad de negocio, que es en lo que consiste actualmente el mundo del fútbol. La prensa rosa del balón se llena estos días de grandes cifras y grandes nombres, pero con lo que cuestan un par de fichajes de clubes como el Madrid o el Barcelona, se podrían costear muchos servicios públicos, y no digamos con el sueldo de algunas estrellas que, fuera de los campos de fútbol, revelan casi un encefalograma plano. “Mi papá, mi papá”, balbucean. Y el papá club les sube el sueldo y asume las obligaciones con Hacienda. Y todo para que durante noventa minutos nos podamos olvidar de nuestros problemas con el espectáculo de ver a esos tipos hechos y derechos corriendo en calzoncillos tras una pelota. Pero, en fin, peor es el espectáculo de la campaña electoral, que hay quien la plantea también como si fuera una estrella que se postula al mejor postor. Porque lo de Pablo Iglesias es como lo de Figo, que se fue del Barcelona al Real Madrid. Él es comunista, progresista, unionista, socialista o zapaterista, lo que haga falta, como una especie de Rasputín, dispuesto a hacer el gran truco de magia de la política española. Su más potente mensaje electoral es: ¡Abracadabra!

IDEAL (La Cerradura), 19/06/2016

lunes, 13 de junio de 2016

Justicia

El pasado martes entró en prisión el granadino Alejandro Fernández, condenado a cinco años de cárcel por tenencia de tarjetas de crédito y débito falsas destinadas a su tráfico, y estafa, por un importe total de 556,80 euros, el valor documentado en facturas, según la sentencia. Nadie duda de que Alejandro cometió un delito, pero tampoco de que el Gobierno que le ha denegado el indulto ha tratado de silenciar la corrupción de algunos militantes o personas afines a su partido. Gente como los expresidentes de Caja Madrid Rodrigo Rato y Miguel Blesa, que permitieron que ochenta y cinco consejeros y directivos de la entidad y de su sucesora, Bankia, cargaran 15,5 millones de euros para gastos personales en las denominadas “tarjetas black”. Y la diferencia es que ni siquiera estas tarjetas eran falsas, sino opacas, y que fueron utilizadas de manera continuada entre los años 1999 y 2012 por empresarios y políticos de distinto signo. En la sentencia que condena a Alejandro podemos leer: “De repente le entregan dos tarjetas con las que adquirir todo lo que te apetezca, ¿cómo puede pensarse que todo era legal, que no era malo?” La Fiscalía pidió para Rato cuatro años y medio de prisión, y seis para Miguel Blesa; y, en cuanto a Alejandro Fernández, tanto la Fiscalía como la Audiencia Nacional han emitido informes desfavorables al indulto. Al parecer, ha pesado el tipo de delito cometido y el que perteneciera a “una banda organizada”. ¿Como la Gürtel? Cinco de los seis tesoreros que ha tenido el PP han sido investigados por diversas causas judiciales. Los delitos van desde la falsedad documental al delito fiscal o al cohecho, por crear una estructura de pagos irregulares a cambio de prebendas. ¿Podríamos decir que formaban parte de “una banda organizada”? Y ésa es la idea de la justicia que estamos transmitiendo, la diferencia que hay entre robar millones o unos cientos de euros. Alejandro Fernández cumplía con los requisitos legales mínimos para que le concedieran el indulto de no tener antecedentes penales y haber rehecho su vida; trabajaba, y su familia depende económicamente de él. “Si el fin de la cárcel es la rehabilitación, él ya está rehabilitado”, afirma su abogado, Javier Gómez Rosales. ¿De cuántos acusados por corrupción podríamos decir eso? Si no hubieran sido denunciados, seguirían haciendo lo mismo. Alejandro Fernández no podrá solucionar sus problemas como lo hizo Caja Madrid, cambiándose el nombre y recibiendo ayuda financiera del Gobierno. Él cometió un delito hace seis años, y ahora va a pagar por ello.

IDEAL (La Cerradura), 12/06/2016

domingo, 5 de junio de 2016

Derechos

Resulta preocupante la confusión que existe en España sobre el Estado de Derecho, y sobre todo que desconozcan su significado quienes ejercen o aspiran a ejercer un cargo público. La actuación de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, respecto a los incidentes en el barrio de Gracia, es un ejemplo de ello, y también la posibilidad apuntada por Pedro Sánchez de blindar algunas normas autonómicas frente a los recursos de inconstitucionalidad. Sobre la ocupación de inmuebles privados por quienes no defienden otros derechos que no sean los suyos, Colau señala que “negocien los vecinos”. Pero ¿cómo van a negociar sobre la propiedad privada y el cumplimiento de la ley? ¿Los que son despojados de sus bienes van a negociar con quienes se los roban? ¿Usted no ostenta un cargo público para, entre otras cosas, garantizar el cumplimiento de la ley? ¿Y el Tribunal Constitucional? ¿No existe precisamente para interpretar la Constitución española y resolver los conflictos que, en el ejercicio de sus competencias, se planteen entre el Estado y las Comunidades Autónomas? El problema de la demagogia es que termina confundiendo a los ciudadanos y a los responsables públicos sobre la función de las instituciones y sobre el papel que ellos juegan en ellas. Porque, ¿quieren hacernos entender que las leyes no son las mismas en su caso que en el de los ciudadanos? El ejercicio del poder suele distorsionar los puntos de vista, pero no debe distorsionar la aplicación de la ley. Conculcarla supone cometer delitos regulados en el Código Penal, desde la usurpación a la prevaricación y la malversación de caudales públicos, y en mi opinión es prevaricación utilizar los fondos públicos para pagar el alquiler de un edificio ocupado, y una estupidez ser comprensivo con quien rechaza una autoridad que no sea la suya. Pero más insultante resulta incluso la falsa ignorancia que manifiestan demasiados investigados por corrupción o por el incumplimiento de las obligaciones tributarias. Desde Chaves y Griñán, pasando por Torres Hurtado, la infanta Cristina o Leo Messi, aquí nadie sabe nada. “Es posible. No lo sé”. El derecho debería ser el mínimo común denominador que garantice la convivencia de los ciudadanos, independientemente de sus ideas políticas o sus delirios de grandeza, pero en España, que carece de cultura democrática, se ha convertido en una especie de calculadora para que cada cual haga las cuentas como mejor le convenga. Somos muy sabios eso sí, una especie de filósofos socráticos cuyo lema es: “Sólo sé que no sé nada”. Pero, sin embargo, lo queremos todo.
IDEAL (La Cerradura), 5/06/2016

domingo, 29 de mayo de 2016

格拉纳达 (Granada)

Treinta y siete millones de euros es la cifra por la que Jiang Lizhang, de la compañía china Wuhan Double, va a comprar el Granada Club de Fútbol. La misma cifra que te podía tocar esta semana en la primitiva y que le hubiera gustado ganar a algún hincha para impedir tamaño desbarajuste. Y no es que Gino Pozzo fuera de nuestro gusto, pero al menos era italiano, se dice la hinchada, y tenía a algunos granadinos al frente de la gestión deportiva. Es un símbolo de lo que ocurre en esta ciudad, donde el capital humano suele emigrar y el capital económico suele estar invertido a largo plazo. Granada ha vivido durante siete años el sueño de ser una ciudad de primera división, pero Jiang Lizhang y Pere Guardiola, que ha estado implicado en la negociación, han venido a recordarnos que más bien vivimos en un pueblo mantenido por el turismo y los caprichos de algunos empresarios. Pere Guardiola, que tiene en los negocios la brillantez de su hermano Pep en los campos de fútbol, ya le vendió a esta compañía china el 46% de su agencia de representación de jugadores, Media Base Sports, por cuarenta millones de euros, más de lo que al parecer vale el Granada Club de Fútbol, que sigue el camino del Atlético de Madrid, el Valencia o el Español. Más allá de su historia, los equipos de fútbol se han convertido en marcas comerciales, y son comprados por grupos de inversión que también compran las alegrías del pueblo, aunque sólo sean futbolísticas: “Ay Granada tu eres mi alegría, Granada yo soy tu afición, tus colores son los rojos y blancos, jugaremos con el corazón. Ay Granada, Granada, Granada, a los Cármenes venimos todos, te cantamos con todas nuestras fuerzas, somos el número doce de tu alineación…” Y será curioso ver en el palco de autoridades a estos productos colaterales de la China comunista.  Menos mal que al frente del equipo van a poner a Jorge Sampaoli, ilustre entrenador argentino. Lo mismo consigue que en el Granada se retire Leo Messi. O su hermano. ¿Alguien se acuerda de que aquí jugó Lalo Maradona? De hecho, el propio Diego Armando jugó un partido con el equipo, y yo vi en el viejo estadio de Los Cármenes cómo metía un gol de falta contra el Malmoe sueco. Fue el dieciocho de noviembre de mil novecientos ochenta y siete. Me acuerdo porque fue la última vez que fui a un estadio para ver un partido de fútbol. Porca miseria.

IDEAL (La Cerradura), 29/05/2016

domingo, 22 de mayo de 2016

Aire

Pues parece que por fin corre un poco de aire en Granada, donde se canta con José Mercé, y lo mejor es que sopla desde el Ayuntamiento. “Abre la ventana que avive/ la mañana al cuarto y la cocina”, dicen; e incluso lo cantan algunos funcionarios del área de Urbanismo, acosados por ser honrados, por denunciar a los que se asombran de la sonrisa canina que han descubierto en el espejo público. Pero seguimos cantando con José Mercé: “Aire, aire, /pasa, pasa/ que tenga la puerta abierta/ la alegría de mi casa”. Y un ejemplo, aunque sin muchas alegrías ya, lo tenemos en el Centro Lorca. A Francisco Cuenca le han bastado dos reuniones para desbloquear la llegada del legado a Granada. Tal vez, porque lo único que le preocupa al actual gobierno municipal sea que funcione realmente el Centro, y no cambiar los estatutos para relegar a la Fundación –verdadera impulsora del proyecto- y que determinados personajes lo dirijan. Es la idea que algunas personas –con sus máscaras teatrales, más trágicas que políticas o poéticas, lamentablemente nada cómicas- tienen de la gestión pública, que confunden con una gestión interesada, esa que realiza el Padrino asesinando la honradez y el talento. Lo que el Código Penal define como prevaricación, que es tan común en la política como en la economía o en la cultura, donde también suele practicarse la ley del silencio. Porque los egos se inflan y se desinflan del mismo modo en cualquier ámbito, y los peces globo no saben conseguir nada por sí mismos. ¿Igualdad, mérito, capacidad, publicidad? La fortuna es tan arbitraria que hay quien no duda en acudir a quien no tiene más empeño que procurársela, que ya no cree nadie en el infierno. Y eso, a pesar de Quevedo: “¡Pues la gentecilla que hay en la vida y las costumbres! Para ser rico habéis de ser ladrón, y no como uno quiera, sino que hurtaréis para el que os ha de envidiar el hurto, y para el que os ha de prender, y para el que os ha de sentenciar y para que os quede a vos. Si queréis medrar habéis de sufrir y ser infame. Si sois pobre, nadie os conocerá; si sois rico, no conoceréis a nadie. Si uno vive poco dicen que se malogra; si vive mucho, que no siente. Para ser bien visto habéis de ser malhablado y pródigo…” Eso contaba en “El discurso de todos los diablos”. Algún día, también hablarán en Granada; pero, mientras tanto, que corra el aire.

IDEAL (La Cerradura), 22/05/2012

domingo, 15 de mayo de 2016

La tribu

La verdad es que no entiendo el revuelo creado por las declaraciones de la diputada de la CUP Anna Gabriel: “Me satisfaría tener hijos en grupo, en colectivo”. La realidad es que nuestros hijos ya son criados por la tribu, la panda o la basca de la pantalla plana. Si uno anda por la calle y no forma parte de esa tribu, se dará cuenta de que los demás andan cabizbajos, o se quedan parados, o se sientan en un tranquillo para teclear en ese artefacto que es el símbolo tribal. De hecho, lo raro es que haya alguien en España que no forme parte de alguna tribu. La propia señora Gabriel, con ese peinado a lo Playmobil, los pendientes, la camiseta negra, los vaqueros y las botas, forma parte de la tribu de los neoalternativos, a los que les da igual vivir en una nueva república catalana o en una aldea de la Galia con la única condición de compartirlo todo, desde el sexo a los hijos; menos las ideas, claro, que no pueden mezclarse, pues las de esa tribu son tan buenas y exclusivas que para ejercerlas necesitan un territorio propio. Pero también en el territorio común abundan las tribus de toda índole. Si allá por los felices ochenta, había pijos, rockabillies y punkis, hoy abundan sobre todo los hijos de su madre, esos que, independientemente de la clase social, se aprovechan del sistema y luego se llevan el dinero a Panamá o a un ático, ya se dediquen a la política o a la farándula, las dos ocupaciones preferidas de estos abundantes especímenes urbanos. Luego, sin llegar a esos extremos, tenemos las tribus políticas, que no necesitan vivir en un territorio propio, aunque están encantados con convertir a las comunidades autónomas en reinos de taifas –si están gobernadas por su propia tribu- y que son incapaces no ya de llegar a un acuerdo de gobierno, sino de rebajar los gastos de la nueva campaña electoral. Porque eso sí, las tribus políticas no son expertas en solucionar los problemas del país –que suelen confundir con los problemas de su tribu-, pero sí lo son en dar el coñazo, para lo que no escatiman medios económicos y materiales, e incluso en robarle el tiempo a los ciudadanos. Total, para el caso, la mayoría forma parte de la tribu de la pantalla. Ay… para que luego digan que no nos socializamos. Qué divertida es esta horda, cábila, clan, familia, casta, estirpe, raza, linaje o fratría que llamamos España.

IDEAL (La Cerradura), 15/05/2016