domingo, 27 de diciembre de 2015

Mensajes navideños

En Navidad y entre semana, en estas noches extrañamente suaves, la ciudad ofrece postales mucho más sugerentes que las de las felicitaciones que enviamos estos días. Qué silencio encuentra uno en el Paseo de los Tristes al filo de la madrugada, qué maravillosa soledad al pie de los palacios nazaríes, a pesar de los bodrios del Hotel Reúma y el Rey Chico, monumentos a la ignorancia y el dinero fácil, absolutamente inconcebibles. Son una prueba del poco amor que a esta ciudad suelen tenerle sus dirigentes políticos, aunque se vistan de Papá Noel cuando llegan las elecciones. Uno apenas puede explicarse decisiones urbanísticas tan poco respetuosas con el entorno de la Alhambra, y mucho menos puede explicarlas a los ciudadanos extranjeros que llenan Granada, y que te preguntan incrédulos: “¿Qué hace eso ahí?” Tal vez lo mejor de nuestra cultura se encuentre en el pasado, y por eso existe un interés casi obsesivo por recrearlo, pero es que el presente resulta deprimente. Lo es que después de haber alcanzado “un resultado histórico”, los nuevos partidos digan lo mismo que decían los antiguos, como por ejemplo: “Se ha acabado el bipartidismo”; cuando lo cierto es que van a volver a gobernar el PP o el PSOE, entre otras cosas porque son los dos partidos que han obtenido más votos en las pasadas elecciones. Quizá no sea entonces el problema de los partidos, sino de los políticos, acostumbrados a utilizar un lenguaje demagógico. Porque de lo único que están convencidos nuestros políticos es de ellos mismos, ya sea dentro o fuera de sus partidos. Y hoy en día, en España, parece haber más proyectos personales que políticos, empezando por Pablo Iglesias y terminando con Luis Salvador, que ya se va corriendo al Congreso para hacer lo mismo que ha hecho en Granada: asegurarse su proyecto personal, que no político. El proyecto político es de Ciudadanos y de Albert Rivera, el único candidato que ha hecho una propuesta más o menos sensata después de los resultados electorales: un gobierno de coalición. Y eso es lo que necesita este país, pues la realidad es que no hay ningún partido que pueda gobernar por sí mismo, y una coalición de izquierdas, visto lo visto en Cataluña y la situación de los propios partidos de izquierdas, es un despropósito. La prueba la tenemos en Alberto Garzón, al que han dejado fuera de juego, aunque hubiera sido el mejor candidato para abanderar a la izquierda española. España necesita más políticas y menos políticos. Feliz Navidad.

IDEAL (La Cerradura), 27/12/2015

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