domingo, 13 de septiembre de 2015

Un día perfecto

Una vez me aconsejaron que viera comedias en el cine como medio infalible para estar de buen humor, y aunque no siempre cumplo el consejo, esta semana he visto “Un día perfecto”, ambientada en la guerra de Bosnia, pero rodada en Granada. La película, dirigida por Fernando León de Aranoa, cuenta un día de la vida de un grupo de cooperantes, interpretados por unos magníficos Tim Robbins, Benicio del Toro, Olga Kurylenko, Mélanie Thierry y Fedja Stukan (quien nació en Sarajevo y vivió la guerra), que tratan de sacar un cadáver de un pozo de agua potable. La cuerda con la que izan el cadáver se rompe, y los cooperantes tendrán que buscar otra por un país destruido. Sin embargo, a ritmo de rock, la tragedia se convierte en comedia, porque la humanidad y el sentido del humor no necesitan de géneros, que todo lo cosifican. Pero si uno logra abstraerse de la ficción, reconocerá perfilándose en el horizonte el pico del Veleta, Cumbres Verdes, las carreteras de la Zubia, las minas de Alquife; y pensará que la realidad puede tener muchas caras y hay otras vidas posibles. Es de lo que parece haberse dado cuenta Europa al asomarse a la ventana de esta vieja casa para contemplar la soledad, la desesperación, la vergüenza y la muerte. Y ha abierto la puerta. Lo piensan cientos de miles de refugiados que ahora se apresuran a entrar. Aunque lo que aparentemente es un día perfecto, encubre trabas administrativas, burocráticas, los prejuicios y el miedo de ciudadanos en el paro y la pobreza que ven cómo a otros aún más desgraciados les ofrecen vivienda y trabajo, y de dirigentes que ven a seres humanos de primera o de segunda, según sean sirios, iraquíes o afganos. Pues el reparto planeado por la UE es para los primeros y los segundos, pero no para los terceros. Hasta en la ruina más absoluta hay clases. Y así, uno escucha las declaraciones de Ángela Merkel, convertida de pronto en un hada madrina dispuesta a acoger a 500.000 refugiados, frente a François Hollande, que prefiere intervenir en la guerra de Siria, y a Mariano Rajoy, que propone un nuevo Plan Marshall en aquel país para que sus habitantes no vengan a éste. Mientras, los refugiados rompen sus papeles en las fronteras porque, antes que ser deportados, prefieren ser nadie. Y es que, como en la canción de Lou Reed, si logramos olvidarnos de los prejuicios domingueros de nosotros mismos, algunos días pueden ser perfectos.

IDEAL (La Cerradura), 13/09/2015

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