domingo, 24 de mayo de 2015

Educación



El otro día escuché a un farmacéutico jactarse de descargarse libros gratis de Internet; es decir, que una persona de cierto nivel adquisitivo presumía en público de cometer un delito. Supongo que no le haría gracia que alguien entrase en su establecimiento y le robase medicamentos por valor de diecisiete euros, pero sí le parecía bien quitarle su salario al escritor que había dedicado una parte importante de su vida a proporcionarle unas horas de lectura, al editor que había publicado la obra, al distribuidor que la lleva a las librerías, a las propias librerías, que terminan por cerrar, de lo que luego nos lamentamos también públicamente. ¿Cuántas librerías buenas quedan en Granada, “Ciudad de la Literatura?” Al parecer, nadie le había explicado al “señor” farmacéutico que es un delincuente de la peor calaña, pues no roba porque lo necesite –cada vez hay más personas que, a pesar de Rajoy, que no conoce a pobres ni a parados, roban para comer-, sino por vagancia, y para procurarse placer. La idea de la gratuidad es muy común en España, cuando lo cierto es que los escritores y los artistas en general suelen llevar una doble o triple vida para crear y comer, porque los creadores –hay que explicárselo todo- también pagan hipotecas, recibos de la luz… y comen. Sin embargo, los analfabetos digitales que se descargan libros, películas o canciones piratas, lo que están propiciando es el cierre de empresas, y que muchos creadores se planteen dejar de hacer su trabajo. Porque cada vez es más difícil publicar un libro, editar un disco, hacer una película, y desde luego no ayuda a ello tener un IVA “cultural” que es más bien expropiatorio. Por un libro en papel se paga un tipo reducido del 4%, pero por un ebook se paga el 21%, igual que por ir al cine o al teatro, esos lugares adonde tampoco irá el “señor” farmacéutico, que es un cateto integral, como Rajoy, Montoro y Wert, y todos los que en este país están propiciando la destrucción de la cultura. Y se nos va notando el nivel. Esta campaña electoral ha sido un “remake” de otras campañas electorales donde, más que propuestas concretas, se ha trasladado un discurso visionario, según el candidato, o incluso mesiánico. Menos el PP de Granada, claro, que se ha centrado en algo tan concreto como hacerle la campaña a Luis Salvador, pagando cuñas publicitarias y folletos que se referían a él expresamente. El verdadero cambio en España debe empezar por la educación.
IDEAL (La Cerradura), 24/05/2015

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