lunes, 25 de agosto de 2014

Alcaldes



Me parece bien la propuesta del PP de reformar la ley electoral y elegir a los alcaldes directamente, si va acompañada de la posibilidad de que haya listas abiertas y también podamos votar directamente a los concejales, independientemente de su ideología política y del partido al que pertenezcan. Así podríamos librarnos de tantos dinosaurios y parásitos de la política, cuyo mayor bagaje personal es saber hacer la pelota a quien conviene y lucir un pensamiento político correcto. Sería interesante ver a María Escudero como alcaldesa, secundada por Torres Hurtado como concejal de Protocolo y Francisco Puentedura como concejal de Economía, a Telesfora Ruiz como concejala de Turismo (prepárense para el Turibus) y a Mayte Olalla como concejala de Cultura, por ejemplo. Y lo mismo en el Parlamento Andaluz y en el Parlamento Español, donde podrían compartir gobierno Pablo Iglesias, Mariano Rajoy, Pedro Sánchez y Rosa Díez. ¡Boom! La política española sería más entretenida, y quién sabe si más eficiente. Porque de lo que están hartos los ciudadanos es de ver las mismas caras (o a los mismos caras) y de tanto tejemaneje. ¿A nueve meses de unas elecciones van a reformar la ley electoral? “Primero escucharemos a los partidos, luego tomaremos una decisión”, ha dicho Javier Arenas, con el lenguaje eufemístico que le caracteriza. Es decir, que primero os dejaremos hablar, que luego haremos lo que nos dé la gana con nuestra mayoría absoluta. El caso es perpetuarse en el poder, siguiendo el modelo bolivariano que tanto le gusta citar al PP. Y reformando lo que haga falta. Pero lo cierto es que el artículo 140 de la Constitución española prevé la posibilidad de que a los alcaldes los elijan los concejales o los propios vecinos, no así al presidente del Gobierno, al que necesariamente deben elegir los diputados en el Congreso a propuesta del Rey. Es una opción legislativa, por tanto. El Gobierno tiene una oportunidad magnífica de consensuar una reforma de la ley electoral con el resto de los partidos y sin ninguna prisa, para que podamos elegir directamente a nuestros representantes políticos. Para ello tendrían que reformar también la constitución y el propio sistema de partidos consagrado en su articulado, pero, como cuando quieren les sobra voluntad política, se pondrán a ello diligentemente. Mientras, la deuda pública sobrepasa el billón de euros, aunque los ciudadanos hayamos tenido que raparnos al cero. Sin duda, es una gran herencia para nuestros hijos que, en vez de pagarla, quizá decidan quemar el Estado. La política española pesa como una losa.
IDEAL (La Cerradura), 24/08/2014

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