domingo, 2 de marzo de 2014

Cámaras espía


Antes me reía cuando observaba que algún amigo –normalmente mayor que yo- tapaba con cinta aislante la cámara de su ordenador. “¿Por qué tapas la cámara?”, le preguntaba. “Para que no me espíen”, contestaba muy seriamente. “Esa cámara es el ojo de la policía en tu casa”. Era entonces cuando yo soltaba la carcajada. Pero ya no. Según ha publicado “The Guardian”, el espionaje británico, con la colaboración de la Agencia de Seguridad estadounidense, ha grabado las imágenes de las webcam de millones de usuarios de todo el mundo. A través de ese ojo indiscreto ante el que nos pasamos varias horas al día, buscaban los rasgos de delincuentes. Pero al parecer no solían encontrar lo que buscaban. “Uno de los grandes obstáculos de usar estos archivos es que la amplia mayoría de los vídeos no tienen ningún valor de inteligencia, como pornografía, anuncios o vídeos familiares”, dice el informe. Y también: “Hasta el once por ciento del material almacenado contiene una desnudez indeseable”. Porque mucha gente utiliza las cámaras para practicar sexo virtual con sus interlocutores. Se despelotan ante la cámara y ¡ala!, como una concejala cuyo nombre no recuerdo a la que han visto masturbarse miles de internautas ociosos y que ha posado después para Interviú. Pero a mí lo que me sorprende es que tachen estas prácticas sexuales de “desnudez indeseable”, cuando la pornografía la practican las autoridades que permiten a los servicios de inteligencia espiar a los ciudadanos. Porque lo del Gran Hermano de Orwell lo superamos hace tiempo. En nuestras llamadas democracias carecemos de intimidad, y ahora ya sabemos que las cámaras no sólo nos espían cuando salimos de casa, sino también en nuestra propia casa, al encender el ordenador y tener la ocurrencia de chatear con alguien. Y no sólo las cámaras, pues ese espionaje se extiende a los buscadores y probablemente también al correo electrónico. Luego nos rasgamos las vestiduras con lo que ocurre en China o en Cuba, pero en cualquier país europeo existe el mismo control, sólo que es más sutil e incluso alegre, pues son los propios ciudadanos quienes lo ponen en marcha cuando encienden la tablet o el teléfono. ¿Cómo, que se cree usted que su pareja no sabe lo de su amante? Si es la comidilla del CSIC, de la GCHQ y de la NSA, que se van pasando las imágenes. Pero es que hasta los espías forman parte hoy de la industria del entretenimiento. Quizá por eso tengan esa cara de alelados algunos presidentes de Gobierno.
IDEAL (La Cerradura), 2/03/2014

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