domingo, 17 de noviembre de 2013

Sumisos


He leído que el Arzobispado de Granada ha publicado un libro en el que aconseja a la mujer ser sumisa, y la verdad es que su autora, Costanza Miriano, lo parece, a juzgar por la fotografía de su blog, donde luce un escote que le llega al ombligo y del que, obviamente, sólo podrá disfrutar su marido. “Cásate y sé sumisa”, se titula el libro, que hoy en día recuerda más al título de una película porno o de bodrios como “Cincuenta sombras de Gray”, el libro predilecto, como se sabe, de los presos de Guantánamo. Pero también es curioso el título de la editorial que publica el libro, “Nuevo inicio”, que remite a una época postapocalipisis. Aunque atendiendo a la información publicada por la editorial, parece más bien la era postcoito: “Y entre nosotras, podemos decirlo: debajo siempre se coloca el que es más sólido y resistente, porque quien está debajo sostiene el mundo”. Olalá. ¿Éste es el libro de cabecera recomendado por monseñor Martínez? “Esposas, estad sujetas a vuestros maridos”, decía San Pablo a los Efesios. ¿No se lo diría a los adefesios? La propia Costanza le confesó al Papa que su mayor ilusión era someterse valientemente al esposo. ¿Nadie le ha explicado lo que significa el sometimiento? Con todo, tampoco debe ser tan terrible eso de ser sumisos. Lo somos continuamente en cuestiones que tal vez tengan más importancia que las relaciones íntimas, donde, a fin de cuentas, cada cual hace –si le dejan- lo que le pone más. La realidad es que ya nos despelotamos públicamente, sin necesidad de látigos y esposas. Hemos renunciado al trabajo, a la educación y a la sanidad. Nos recortan derechos y libertades, nos suben los impuestos, nos desahucian y hasta nos quitan el pan de la mesa, pero no veo tanta unanimidad en los partidos y las instituciones en la condena pública. Personalmente, no me importa lo que piense Miriano sobre lo que deben hacer las mujeres dentro o fuera de casa o lo que piense el arzobispo, que a la vista está; lo que me asombra es que seamos tan sumisos y tan hipócritas, quedándonos como siempre en la superficie de las cosas, reduciéndolo todo a una cuestión de género. El límite de la libertad de expresión se encuentra en la injuria, por lo que Constanza Miriano puede publicar lo que le dé la gana. Otra cosa es que editorial y autora insulten nuestra inteligencia. Pero más lo hacen nuestros responsables públicos y no pasa absolutamente nada.
IDEAL (La Cerradura), 17/11/2013

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