domingo, 24 de noviembre de 2013

Ni derecho al pataleo


El último derecho que quiere recortarnos el Gobierno es el del pataleo. No contento con dejarnos en la calle, tampoco quiere que nos manifestemos, que hagamos escraches, que la ciudadanía proteste a las puertas del Congreso. En los últimos meses ha perdido 14 puntos en intención de voto y, según el CIS, Mariano Rajoy es el presidente peor valorado de la historia (no se lo creen Aznar ni Zapatero), con una nota de 2,4 sobre 10. Quizá se la haya puesto el ministro de Educación, José Ignacio Wert, que esta semana, al verse rodeado de periodistas, ha exclamado: “¡Esto es una jungla y yo sin machete!” Una frase digna de su cargo, como tantas otras. Pero ya se trata de algo más que de las formas. Desde el punto de vista  de los derechos civiles y sociales, hemos retrocedido treinta años, y eso que este Gobierno sólo lleva dos en el poder. Y es que, además del chapapote, se le han venido encima varias mareas: la marea blanca en defensa de la sanidad pública, la verde por la educación, la naranja por los servicios sociales… sólo falta la negra, por la democracia española. Los jueces no han visto indicio de delito por las manifestaciones ante el Congreso, por lo que el Gobierno utilizará la vía administrativa, mucho más ágil para poner sanciones. Así, las manifestaciones no autorizadas ante el Congreso y los parlamentos autonómicos, otrora representantes de la soberanía popular, serán consideradas faltas administrativas muy graves, castigadas con multas de hasta 600.000 euros. Es decir, que van a castigar a los ciudadanos que representan porque éstos les reprochan su negligencia. Por la misma razón, el Gobierno ya planea reformar el derecho de huelga. De este modo, ataca tres derechos constitucionales básicos: manifestación, asociación y huelga. ¿Qué va a ser lo próximo? ¿Limitar la libertad de expresión? Este Gobierno, de hecho, se ampara en una situación de excepción para legislar como si efectivamente hubiera que declarar el estado de excepción, o el de sitio, porque no cree en el Estado democrático. Que detengan en Granada a dos estudiantes universitarios por manifestarse contra la LOMCE es otro síntoma, y también que la policía realice una carga desproporcionada. Para reforzar su autoridad, con el título de Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana, el Gobierno quiere aprobar una ley mordaza. Pero, aunque pretendan impedirlo, los ciudadanos no van a parar de manifestarse. No debemos dejar de hacerlo hasta que sea este Gobierno el que se encuentre en la calle.
IDEAL (La Cerradura), 24/11/2013

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